En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «¿A quién compararé esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras» (San Mateo 11, 16-19).
COMENTARIO
Parece un evangelio solamente para los fariseos que acechaban a Jesús, pero a mí me ha tocado de lleno.
La pregunta de Jesús no es ¿con quién compararé a mi generación? sino que dice «a esta generación». Nos hacer ver en esta escena sencilla de juego de niños como es la pasividad la respuesta a dos realidades: la fiesta, donde hay alegría y baile y la muerte dónde hay tristeza y penitencia.
Aquel pueblo de Israel que salió de Egipto, que fue testigo de la destrucción del Faraón, se quedó en el desierto. ¿Por qué?: No supo ver al Señor en la historia y la murmuración diaria secó su corazón.
Esta es una palabra que busca nuestra actitud ante la predicación de este Adviento de 2018, ya que si el contagio del mundo es elevado podemos ver a Juan como un trasnochado que nos pide demasiada austeridad, enemiga de la comodidad y autocomplacencia en las que quizá nos encontremos, o contemplar a Jesucristo como un iluminado que pide de nosotros algo que nunca llegaremos a alcanzar. En definitiva, ni bailamos de alegría, ni lloramos por nuestros pecados.
Cristianismo significa movimiento y riesgo. El estar parado es fruto de la desesperanza, de la incredulidad y el Señor nos invita a levantar la cabeza y mirar la historia porque dice la palabra: «la sabiduría se ha acreditado por sus obras». No tenemos a un Dios que se ha dado a conocer en tratados filosóficos, ni en ideas elevadas. Es un Dios cercano que se ha encarnado en una mujer que no ha permanecido quieta y ha puesto ante el Señor su disponibilidad asumiendo el riesgo del martirio. Ella ha llorado en la cruz y ha bailado ante el anuncio del ángel. El Señor nos invita en estos pocos días que nos quedan del Adviento a mirar a María y a aprender de ella para que podamos reconocer los tiempos del Señor y entrar en ellos.
Feliz Navidad.