Las víctimas del Niño costero, protagonistas de la Misa del Papa en Trujillo
El fenómeno del Niño dejó el pasado año decenas de víctimas mortales en Perú por las fuertes lluvias. Miles de personas perdieron sus hogares o sufrieron fuertes pérdidas económicas. Todas ellas estuvieron en el centro de la multitudinaria Misa del Papa a su llegada este sábado a Trujillo en la explanada de la playa de Huanchaco.
Los aplausos interrumpieron en varias ocasiones la homilía del Papa, sobre todo en sus alusiones al «duro golpe del Niño costero, cuyas consecuencias dolorosas todavía están presentes en tantas familias». «A esta eucaristía –dijo Francisco– traemos también ese momento tan difícil que cuestiona y pone muchas veces en duda nuestra fe».
«No tenemos un Dios ajeno a lo que sentimos y sufrimos, al contrario, en medio del dolor nos entrega su mano», subrayó. A la inversa, «la fe nos abre a tener un amor concreto, no de ideas, concreto, de obras, de manos tendidas, de compasión; que sabe construir y reconstruir la esperanza cuando parece que todo se pierde». Igual que «Dios enjuga las lágrimas de sus hijos», como describe el apóstol Juan, y lo hace «con la misma ternura que una madre busca secar las lágrimas de sus hijos», también al final de cada día nos dirige una «linda pregunta» a cada uno de nosotros: «¿cuántas lágrimas has secado hoy?»
Catástrofes naturales, pero también la «violencia organizada como el ‘sicariato’» o la «falta de oportunidades educativas y laborales» para los jóvenes son graves problemas que deben afrontar hoy los peruanos, problemas que «destruyen la confianza mutua tan necesaria para construir una red de contención y esperanza».
La respuesta del Papa fue simple: «no hay otra salida mejor que la del Evangelio: se llama Jesucristo». Como moradores de unas tierras que «tienen sabor a Evangelio», según Francisco, «los peruanos, en este momento de su historia, no tienen derecho a dejarse robar la esperanza».