cuentan sus colaboradores cercanos
Yoannis Lahzi Gaid, de 39 años, copto católico, es el sacerdote que traduce al árabe los saludos del Papa en las Audiencias generales de los miércoles. Para comprender mejor los sufrimientos que los cristianos de países de mayoría árabe están viviendo, el Papa le pidió en abril que se convirtiera en su segundo secretario, compartiendo así también su vida en la residencia de Santa Marta, en el Vaticano.
El prefacio que el Papa ha escrito para el libro de su nuevo secretario, que por el momento aparece en Italia con el título El Rosario. Oración del corazón (ediciones Shalom, 200 páginas), demuestra el cariño de hijo que siente por esta oración. El 17 de noviembre de 2013, con motivo delÁngelus, a Francisco se le ocurrió una idea genial. Distribuyó entre los miles de peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro una cajita, que se parecía en todo a una caja de medicinas, parecida a la de las aspirinas, que tenía por nombre Misericordina. En su interior, un rosario y la típica hoja doblada con las indicaciones y contraindicaciones de los medicamentos, en el que se podía leer que, cada una de las 50 bolitas del rosario, cada Avemaría, es una medicina para el corazón, para el alma, para toda la vida. Por este motivo, cuando el Papa recibe a las personas, su regalo es un rosario.
La publicación de este testimonio del Papa tiene lugar en el contexto de este mes de octubre, en el que la Iglesia celebra el mes del Rosario. El origen histórico de esta elección se debe al 7 de octubre de 1751, día en el que se celebró la batalla de Lepanto. La fiesta fue proclamada por el Papa Pío V en recuerdo de aquella Liga Santa(España, Venecia y el Estado de la Iglesia), que derrotó a la flota turca. La cristiandad estaba convencida de que, en caso de derrota, la hegemonía otomana acabaría con la libertad religiosa en el occidente de Europa, poniendo en peligro la existencia misma del cristianismo. Nació, por tanto, como fiesta de la Virgen de la Victoria. El Papa Gregorio XIII (fallecido en 1585) la transformó después en Virgen del Rosario, pues atribuyó el mérito de aquella victoria al rezo del Rosario que precedió a la batalla.
Del amor que el Papa Francisco siente por el Rosario también da testimonio quien era hasta hace poco su secretario, monseñor Alfred Xuereb, actual secretario de la Secretaría para la Economía, creada por el Papa en el Vaticano. «¡No pierde un solo minuto!», cuenta. «Trabaja incansablemente. Y cuando siente la necesidad de tomarse un momento de pausa, no se queda con los ojos cerrados sin hacer nada: se sienta y reza el Rosario. Creo que el Papa reza al menos tres Rosarios al día. Y me ha dicho: Esto me ayuda a relajarme. Luego se pone a trabajar de nuevo».