Es la hora de la fe y de la coherencia sin complejos
Hace apenas un mes, en alusión a la reforma de la Ley del aborto, anunciada por el Gobierno, el Secretario General del Partido Socialista aseguró que, «si el Gobierno, de la mano de la Iglesia, vuelve a los años 80 en materia de aborto y enseñanza, entonces, los socialistas nos veremos libres de romper los Acuerdos con la Santa Sede».
No se trata de una declaración a la ligera, pues, según fuentes cercanas a este semanario, se están sentando las bases para que, tras la próxima Conferencia Política que celebrará el PSOE en octubre de este año, la posición abiertamente beligerante hacia la Iglesia se convierta en la estrategia política principal de los socialistas españoles. El encargado de coordinar los trabajos de la próxima Conferencia Política del PSOE es don Ramón Jáuregui, quien curiosamente impulsó, hace ya dos décadas, el foro Cristianos socialistas, y hoy anuncia que la posibilidad de romper los Acuerdos es una reflexión que viene haciendo «una fuerte corriente» de su partido desde antes ya de que se anunciara la reforma de la ley del aborto; y que no se pueden mantener invariables los términos «de aquel viejo Tratado del año 1979». Pese a voces discrepantes dentro de los socialistas -el alcalde de Toledo ha declarado que «el PSOE sólo debe tener como adversario político al Gobierno; nuestro sparring no debe ser la Iglesia católica»; y el ex alcalde de La Coruña y ex Embajador ante la Santa Sede, don Francisco Vázquez, ha señalado que «el anticlericalismo (del PSOE) son ideas casposas del siglo XIX»-, lo cierto es que, durante los trabajos de preparación de la Conferencia Política, que están teniendo lugar en estos meses previos, el Secretario General del PSOE ya ha anunciado que se va a revisar el estatus financiero de la Iglesia; y las Juventudes Socialistas ya han reclamado «un nuevo marco de relaciones entre el Estado y el Vaticano».
Las declaraciones de los socialistas coinciden con otras declaraciones que pretenden limitar el derecho de los obispos a la libertad de expresión sobre materias de derecho a la vida; y tienen lugar asimismo en el marco de las recientes celebraciones del 82 aniversario de la proclamación de la Segunda República: Izquierda Plural promovió entonces una Declaración institucional para que el Congreso reconozca «los avances sociales, políticos y culturales» de ese período, una iniciativa a la que el PSOE se ha sumado: «Es una propuesta muy acertada, muy oportuna, y estamos de acuerdo; contará con nuestro apoyo».
Reivindicaciones de la Segunda República, denuncia de los Acuerdos con la Santa Sede, menosprecio de la religión católica en la vida pública, procesiones ateas en Jueves Santo, campañas publicitarias ofensivas contra la fe, amenazas infundadas sobre el pago del IBI, declaraciones de Padres de la Constitución defendiendo que los curassólo entienden del palo, espectáculos hirientes, invasiones blasfemas en capillas universitarias, robos de sagrarios, quemas de altares, pintadas en iglesias, ataques personales y hasta bombas enviadas a obispos, o depositadas en templos católicos…: todo ello forma parte del fenómeno del anticlericalismo, que saca a relucir, de vez en cuando, la izquierda española -desde la más institucional hasta en sus expresiones más populares- y que, en nuestra reciente historia, alcanzó su punto de ebullición en la violenta persecución religiosa que padeció la Iglesia en tiempos de la Segunda República.
¿Hay que temer que se reproduzca el asfixiante clima anticlerical que padeció España a comienzos de los años 30? ¿Es éste el mismo PSOE que protagonizó, por ejemplo, el golpe de Estado de 1934, la llamada Revolución de Asturias? Don Antonio Martín Puerta, Secretario General del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, afirmó, en la Jornada Segunda República y anticlericalismo, que «hoy pervive el anticlericalismo en el PSOE, con tonos anarcoides que le acercan al radical-socialismo. La izquierda española ha asumido fundamentos históricos de anticlericalismo, como el de la Tercera República Francesa, que fue absolutamente eficaz en cuanto a la legislación anticlerical: en 25 años, de 1880 a 1905, se liquidó la Iglesia en Francia. Lo que ocurre es que en España se ha querido hacer, en dos años, lo que allí se hizo en 25. El marxismo no ha desaparecido en España hoy; se encuentra presente en EpC y en la ideología de género, con todo su poder disolvente».
Don Antonio amplia la perspectiva sobre el fenómeno, al señalar que «hoy no se percibe el viejo anticlericalismo de los tragacuras; ése corresponde a otra fase» más lejana en el tiempo. En cambio, se ha puesto en marcha «otro fenómeno, menos agresivo externamente, pero de mayor calado: el anticristianismo», que se manifiesta especialmente en la asignatura de Educación para la ciudadanía -«Que no está acabada, pues encarna el proyecto laicista y está a la espera del momento más favorable»- e integra tres elementos fundamentales: «el viejo anticlericalismo radicalsocialista, de origen francés; el marxismo; y la ideología de género, que niega la naturaleza y a la persona».
Por ello, aunque es de la opinión de que «hoy no se respira el clima de la República, pues nadie quiere que se repita algo así», advierte asimismo de que «la incapacidad del sistema para resolver los problemas nos lanza por derroteros inesperados de radicalización. Hay que recordar que Hitler obtuvo un 3% en un proceso electoral en 1928, y el 30 de enero de 1933 era Canciller de Alemania. No hay que dar el proyecto laicista radical por desaparecido».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo