En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.» Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis» (San Mateo 9, 36-10.8).
COMENTARIO
En aquel tiempo como en este tiempo el Reino de Dios está cerca. La cuestión principal es encontrarlo. Tengo grabada en mi mente las maravillosas palabras que pronunciabas en aquel monte de las bienaventuranzas. Allí nos decías “Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.” Mt 6, 33 Todo lo que yo pueda desear es secundario Señor, lo primero, siempre me lo repites, debe ser buscar tu Reino o lo que para mí es lo mismo entrar en tu voluntad, discernir cada momento cuál es tu voluntad sin buscar lo secundario y discerniendo lo principal. Al final todo es sencillo si me hago pequeño y sencillo porque sé que nunca me vas a pedir más de los que pueda aceptar ni menos de lo que necesite para seguirte sea lo que fuere. Contigo y en ti todo está bien porque como bien dice el apóstol “…sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman” Rm. 8,28 y este pobrecillo que soy yo te lo quiero repetir este día Señor: ¡Te amo! No me sueltes de tu mano que sin ti me pierdo. Se tú la luz que guie mis pasos en este día para estar al servicio de los demás. Que habites tú en mí que será la única forma de darme y así dar gratis lo que tú me has dado gratis dejándote encontrar por mí y llamándome por mi nombre a seguirte como hiciste con tus discípulos.