El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él (San Juan 3, 31-36).
COMENTARIO
Hoy, el Evangelio nos invita a dejar de ser “terrenales”, a dejar de ser hombres que sólo hablan , desean ,sueñan y esperan cosas mundanas, para hablar, desear y esperar como «el que viene de arriba» , que es Jesús. En este texto vemos que en la radicalidad evangélica no hay término medio. Es necesario que en todo momento y circunstancia aspirar a los carismas mejores como diría san Pablo y es necesario tener claro que nuestro destino no es la tierra si no el cielo. No somos terrestre si no ciudadanos del cielo y a él aspiramos gracias al Señor resucitado que nos ha abierto sus puertas.
Creer en la vida eterna y esperar en ella es la mayor y más grande aspiración que todo hombre puede tener. Para esto hemos nacido y esa es nuestra meta: el cielo. Pero ya en esta vida nosotros participamos de la resurrección de Cristo ¡La Vida Eterna comienza ya en este momento! ya estamos resucitados con Él. “Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna ya, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; De hecho, mediante el Bautismo, estamos insertos en la muerte y resurrección de Cristo y participamos de una vida nueva, es decir la vida del Resucitado.
Esa es la invitación que en este tiempo pascual el Señor nos hace. No mirar abajo, a la tierra, sino mirar al cielo, a Cristo resucitado que nos ha abierto las puertas del paraíso. Creer en Jesús resucitado de la muerte que nos da también a nosotros la vida ahora y la vida eterna.