Hace unos días que nuestro Papa Francisco dejó una nueva frase que los medios de comunicación no esperaron a ponerlos en portada: «la Virgen no es una «jefa» de Correos». Independientemente del trasfondo que más de un periodista ha querido dejar señalado en esta frase, no es ni mucho menos baladí lo que realmente ha querido decirnos nuestro Santo padre.
He aquí su mensaje en detalle:
«La curiosidad –comentó el Pontífice – nos impulsa a querer sentir que el Señor está acá o allá; o nos hace decir: “Pero yo conozco a un vidente, a una vidente, que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen”. Pero, mire, ¡la Virgen es Madre! Y nos ama a todos nosotros (…) Estas novedades alejan del Evangelio, alejan del Espíritu Santo, alejan de la paz y de la sabiduría, de la gloria de Dios, de la belleza de Dios”. Porque “Jesús dice que el Reino de Dios no viene para atraer la atención: viene en la sabiduría”. “¡El Reino de Dios está en medio de ustedes!”, dice Jesús: es “esta acción del Espíritu Santo la que nos da la sabiduría, la que nos da la paz. El Reino de Dios no viene en la confusión, así como Dios no habló al profeta Elías en el viento, en la tormenta” sino que “habló en la brisa suave, la brisa de la sabiduría”».
Cuando estamos pendientes de los mensajes nos pica más la curiosidad que el verdadero interés por seguir al Señor por el camino ordinario, con toda sencillez y naturalidad. Hace falta mucha humildad para ser discípulo de Cristo, buscando solo el Reino de Dios y su Justicia, lo demás es una añadidura que no afecta a lo esencial.
El papa pone el ejemplo de Santa Teresa de Lisieux: «Así Santa Teresita – Santa Teresa del Niño Jesús- decía que ella debía detenerse siempre ante el espíritu de la curiosidad. Cuando hablaba con otra hermana y esta religiosa relataba una historia, algo de la familia, de la gente, algunas veces pasaba a otro argumento y ella tenía ganas de conocer el final de esta historia. Pero sentía que aquello no era el espíritu de Dios, porque era un espíritu de dispersión, de curiosidad. El Reino de Dios está en medio de nosotros: no buscar cosas extrañas, no buscar novedades con esta curiosidad mundana. Dejemos que el Espíritu nos lleve adelante, con esa sabiduría que es una brisa suave. Este es el Espíritu del Reino de Dios, del que habla Jesús”».
Por todo ello, el verdadero mensaje que nos da nuestro amado Papa no es otro que hay que buscar a Dios, sinceramente, en la paz de los Sagrarios, en los Sacramentos, en la belleza de la Liturgia, en el hermano que necesita de mi caridad y mi comprensión, en el enfermo, en el pobre, en el que se me cruza en el camino de la vida diaria… Dejar a Dios ser Dios, y a la Virgen ser Madre de esta gran familia de los hijos de Dios que caminan por la vida, generalmente sin hacer mucho ruido.
Es, solamente, el silencio el clima más propicio para escuchar el «mensaje» diario que, de verdad, viene del Cielo a nuestra alma, a nuestro corazón.