El Pontífice asegura en una entrevista que «la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso»
El Papa Francisco ha considerado que la secesión de una nación que no cuente con un antecedente de unidad forzosa «hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso«, ya que, a su juicio, hay casos que pueden ser justos y otros que no.
En una entrevista de La Vanguardia recogida por Europa Press y al ser preguntado por las relaciones entre Catalunya y el resto de España, ha distinguido entre la independencia por emancipación –como las americanas que se emanciparon de los Estados europeos– y por secesión, de la que ha puesto como ejemplo la antigua Yugoslavia.
«Hay pueblos con culturas tan diversas que ni con cola se podían pegar. El caso yugoslavo es muy claro, pero yo me pregunto si es tan claro en otros casos, en otros pueblos que hasta ahora han estado juntos», ha señalado el Sumo Pontífice. Por ello, y tras alertar de que toda división le preocupa, ha pedido analizar estas situaciones caso por caso: «Hay que estudiar caso por caso. Escocia, la Padania, Catalunya. Habrá casos que serán justos y casos que no serán justos«.
«La secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso», ha esgrimido.
Esperanzado con la «nueva música» de los políticos
El Papa Francisco también ha asegurado sentirse esperanzado con la «nueva música» que aprecia en los políticos jóvenes «ya sean de centro, izquierda o derecha«. «Quizás hablen de los mismos problemas pero con una nueva música, y eso me gusta, me da esperanza porque la política es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad», ha subrayado.
El también obispo de Roma ha incidido en la importancia de la política para cambiar el mundo y ayudar «al bien común». «Una persona que, pudiendo hacerlo, no se involucra en política por el bien común, es egoísmo; o que use la política por el bien propio, es corrupción», ha precisado.
«El actual sistema económico no es bueno»
Jorge Bergoglio ha cargado contra el actual sistema económico y el amor al dinero por encima de las personas. «Creo que estamos en un sistema mundial económico que no es bueno. En el centro de todo sistema económico debe estar el hombre, el hombre y la mujer, y todo lo demás debe estar al servicio de este hombre. Pero nosotros hemos puesto al dinero en el centro, al dios dinero. Hemos caído en un pecado de idolatría, la idolatría del dinero», ha explicado.
En este sentido, ha lamentado que en este sistema se «descarta» a los jóvenes cuando se limita la natalidad y a los ancianos porque «ya no sirven, no producen» y al hacerlo se está descartando el futuro de los países porque unos son los que aportan «la fuerza» para tirar adelante y los otros «la sabiduría».
Preocupado por el paro juvenil
«A mí me preocupa mucho el índice de paro de los jóvenes, que en algunos países supera el 50 por ciento. Alguien me dijo que 75 millones de jóvenes europeos menores de 25 años están en paro. Es una barbaridad. Pero descartamos toda una generación por mantener un sistema económico que ya no se aguanta, un sistema que para sobrevivir debe hacer la guerra, como han hecho siempre los grandes imperios», ha alegado.
El Papa ha recordado en este sentido que, si bien la globalización bien entendida «es una riqueza», también es cierto que «mal entendida es aquella que anula las diferencias». «Una globalización que enriquezca», ha ejemplificado, «es como un poliedro, todos unidos pero cada cual conservando su particularidad, su riqueza, su identidad, y esto no se da».
Contra el fundamentalismo
El Papa Francisco ha cargado contra cualquier tipo de fundamentalismo, cuya «estructura mental» es «violencia en nombre de Dios» y ha defendido el diálogo interreligioso y la «identidad» como la manera de lograr «verdaderos cambios». «Nunca se puede dar un paso en la vida si no es desde atrás, sin saber de dónde vengo, qué apellido tengo, qué apellido cultural o religioso tengo», ha subrayado sobre este último punto.
Asimismo, ha abogado por un diálogo interreligioso que ahonde «en la raíz judía del cristianismo y en el florecimiento cristiano del judaísmo». «Entiendo que es un desafío, una papa caliente, pero se puede hacer como hermanos. Yo rezo todos los días el oficio divino con los salmos de David. Los 150 salmos los pasamos en una semana. Mi oración es judía, y luego tengo la eucaristía, que es cristiana», ha apostillado.
Ha cargado contra quienes niegan el holocausto, «una locura», y ha relacionado el antisemitismo con «las derechas» aunque no sea «una regla fija». «El antisemitismo suele anidar mejor en las corrientes políticas de derecha que de izquierda, ¿no? Y aún continúa», ha dicho.
«No soy un iluminado»
En un plano más personal, el Papa Bergoglio ha vuelto a defender la pobreza y la humildad como valores fundamentales de la Iglesia y ha descartado el papel de «Papa párroco». «Sería inmaduro. Cuando un jefe de Estado, tengo que recibirlo con la dignidad y el protocolo que se merece. Es verdad que con el protocolo tengo mis problemas, pero hay que respetarlo«, ha recalcado.
Ha puesto en valor el gesto de Benedicto XVI y ha incidido en que el único mandato que se ha puesto durante su Papado es «cumplir lo que los cardenales reflexionamos en las Congregaciones Generales» sobre los problemas de la Iglesia. «No soy un iluminado», ha apostillado, al tiempo que ha admitido que, aunque ponga en riesgo su seguridad, seguirá acercándose a la gente porque a su edad tampoco tiene «mucho que perder».
Finalmente, ha admitido que, aunque no ha pensado en cómo le gustaría que le recordaran, sí se conformaría con que dijeran de él: «Era un buen tipo, hizo lo que pudo, no fue tan malo».