Entrevista con la periodista que entrevistó al cardenal Bergoglio
A Francesca Ambrogetti se le hace todavía algo raro que la bombardeen con peticiones de entrevistas desde todo el mundo. «He hablado con muchas personas en el Vaticano y nadie recuerda un fenómeno así», dice. «Se han publicado infinidad de libros, quieren rodar películas, obras de teatro y series de televisión… A Sergio Rubín (coautor de El Jesuita) y a mí nos han hecho ya varias propuestas».
Los orígenes de esta historia se remontan al año 2001. Francesca Ambrogetti, de la agencia italiana Ansa, era entonces Presidenta de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Buenos Aires, y organizó un encuentro con el cardenal Bergoglio. Los periodistas -subraya- son un auditorio habitualmente muy escéptico, que «no acostumbra a comprar la mercancía». Pero «todos se quedaron impactados. Un colega ruso me dijo incluso: Curas así valen la pena, te acercan a Dios. Y yo pensé: Hay que investigar más». Buscó a un periodista experto en temas eclesiales, Sergio Rubín, y ambos le propusieron el proyecto de una entrevista en profundidad al cardenal Bergoglio, que lo rechazó de plano. Un buen día, sin embargo, Francesca le hizo la pregunta adecuada: «¿Qué significa transitar la paciencia?» -«Ah, si van a hablar de cosas así, puede que les dé la entrevista».
Fueron dos años de conversaciones en el Arzobispado de Buenos Aires, habitualmente una por mes. Costó empezar el libro, y costó casi tanto poner punto y final. «No lo queríamos terminar, primero, porque eran muy enriquecedores los encuentros, y segundo, porque sentíamos que había más temas que tocar, siempre surgían cosas nuevas, enriquecedoras, buenas y profundas, pero, finalmente, Sergio y yo nos miramos y dijimos: Basta. Lo sustancial está».
No se trataba de preparar una completa biografía, sino de trazar un retrato ágil y dinámico sobre la personalidad y el pensamiento de Jorge Bergoglio, que fascinó a los propios entrevistadores desde el primer momento. «Mi primer impacto fue cuando me atendió personalmente al teléfono», cuenta Ambrogetti. «¿Qué párroco hace eso, qué pequeño funcionario de un Ayuntamiento?»
A su alrededor, con quienes trabajan con él, se percibe siempre «una relación de confianza, un trato simple y muy cercano». Y es una persona enormemente detallista, con gran memoria y capacidad de atención. «Alguien le mencionaba una cosa al pasar, y él le preguntaba al mes:Bueno, ¿qué pasó con tal cosa? Se acuerda de un cumpleaños, de un problema personal… Y tiene una gran capacidad para hacer amistades… Llamó mucho la atención, hace unas semanas, su llamada a un quiosquero de Buenos Aires, para que dejara de llevarle el diario», por compromisos ineludibles que le retenían en Roma… «Luego me enteré de que había entablado una amistad con él y es padrino de uno de sus hijos».
Quien le trata le percibe como alguien muy cercano, «con una gran espiritualidad», pero también lleno de «sentido común» y con «muchísimo sentido del humor». Creo que por eso «ha tocado el corazón de tanta gente. Lo he notado en Argentina y también en Italia. Yo soy romana, y sé lo que es el Papa para los romanos: un padre. Y han encontrado el padre que buscaban. Un taxista me dijo: ¿Qué quiere que le diga, señora? Es alguien normal, uno de nosotros».
En Buenos Aires, llama mucho la atención el aumento en «la participación de los jóvenes, muchos de los cuales estaban algo alejados tal vez. También esto es algo realmente inédito. Una amiga me contó que un hijo de 13 años se enganchó con el Ángelus en la televisión, y la madre no podía creerlo».
Pero si hay que definir a Jorge Bergoglio con una palabra, ésa es sacerdote. Así es como él se identifica. «Eso es lo que él es, y lo que quiere ser». Y eso no va a cambiar, porque «Francisco es un Papa que sigue siendo sacerdote».