Ha convocado una vigilia de oración que se celebrará en la
El Papa Francisco no sólo está conmocionado por las imágenes que llegaron al mundo del más que probable ataque químico de al-Asad sobre la población civil sino que es consciente de las implicaciones de una intervención internacional en una zona en la que siempre están afinados los tambores de guerra. Cuenta con la puntual información que le brinda la Congregación para las Iglesias Orientales, el dicasterio que se ocupa de la relación con las iglesias católicas de los países de Oriente Medio y que, además, ha reforzado su contacto con las iglesias de otros ritos en vista del recrudecimiento de la situación.
Por eso, convocó el pasado sábado una reunión de urgencia al más alto nivel en el Vaticano. Mientras el mundo se preocupaba por averiguar quién era el nuevo «primer ministro» de Francisco, de puertas hacia adentro el Papa departía en la Casa Santa Marta con el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado Vaticano hasta el próximo 15 de octubre; al cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales y otros importantes cardenales encargados de la relación de la Santa Sede con los Estados.
El objetivo era establecer una línea de actuación del Vaticano y el resultado no se hizo esperar. El Papa convocó el domingo a «su ejército», los fieles católicos del mundo, e invitó que se unieran a sus huestes los hombres de buena voluntad. «Sus armas»: el ayuno y la oración. Además del claro llamamiento a la no intervención armada haciendo suyas las palabras de Juan Pablo II, -«¡nunca más la guerra!»-, el Papa Francisco convocó una jornada de vigilia y oración por la paz en Siria, en particular, que hizo extensiva a todo el mundo. Ayer volvió a remachar su mensaje con un «tuit» en el que insiste en su mensaje pacifista.
El acto central de la jornada será una vigilia de oración que se celebrará en la plaza de San Pedro y a la que acudirá el mismo. También imita al papa polaco quien, conmovido por el genocidio en los Balcanes, decretó el 23 de enero de 1994 una jornada de oración por la paz en la zona. Aquella jornada culminó con una misa en la Basílica de San Pedro. Ese mismo año, también celebró en Castel Gandolfo una Eucaristía por Bosnia-Herzegovina tras haber suspendido un viaje a la zona. El día del Corpus de 1999 repitió la convocatoria por los Balcanes «donde ya se ha derramado demasiada sangre inocente», dijo. En 2003, alzó la voz, en esta ocasión, por la paz en Oriente Medio ante la perspectiva de una nueva guerra en Iraq. Invitó a una nueva jornada de oración por la paz el miércoles de ceniza.
Tan hondo ha calado la propuesta del Papa Francisco de guardar ayuno y oración por la paz que incluso el Gran Mufti de Siria, Ahmad Badreddin Hassou, líder espiritual del Islam sunnita en Siria, ha expresado su deseo de acudir el día 7 a San Pedro para participar en la vigilia junto al sucesor de Pedro. Incluso ha invitado a la comunidad islámica de Damasco a «acoger el llamamiento, extendido por el Papa a todas las religiones, para rezar por la paz en Siria».
No sería la primera vez que se unen cristianos y musulmanes en una oración conjunta por la paz. En 1986 la Juan Pablo II promovió la Jornada de Oración por la Paz en Asís que reunió a 150 representantes de las doce principales religiones del mundo. En enero de 1993, con motivo del conflicto bélico en los Balcanes, volvió a convocar el encuentro. El tercero fue el 24 de enero de 2002, tras los atentados del 11 de septiembre. A esta cita acudió hasta una representación islámica de Irán. Benedicto XVI durante su pontificado no dudó en recoger el testigo de tan significativo evento en otra nueva convocatoria el 27 de octubre de 2011.