«Jesús es pura misericordia. ¡No tengamos miedo de acercarnos!»
El Papa que habló con fuerza el jueves contra el «carrerismo eclesiástico» declarando que «¡es una lepra!», gritó con energía todavía mayor el domingo que «Jesús nos espera… ¡y nos perdona siempre!». Al mismo tiempo, nos enseña a perdonar.
A Francisco le gustan las cosas claras. La pasada semana dijo que «la hipocresía es el lenguaje de los corruptos»: es la actitud de los fariseos, y Dios la rechaza. En cambio, Dios acoge a quienes se reconocen pecadores.
Durante el rezo del Ángelus —ante mas de cien mil personas, como se ha vuelto habitual dos veces a la semana, el miércoles para la audiencia y el domingo para la oración mariana—, el Papa insistió varias veces en que «el Señor nos espera con misericordia. ¡No tengamos miedo de acercarnos! Si le mostramos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, ¡nos perdona siempre! ¡Jesús es pura misericordia!».
El Santo Padre lo repitió varias veces en el texto y, de nuevo, en otro comentario al final del encuentro con los fieles. Lo dice con gran fuerza, con sentido de urgencia. Lo dice a gritos.
Los fieles quedan impresionados y conmovidos. Vuelven a sus casas con una idea clara. Y también más contentos. Es un fenómeno llamativo, que han notado casi un cuarto de millón de personas esta semana en la plaza de San Pedro, en el encuentro con nueve mil estudiantes en el Aula de las audiencias e incluso en el Estadio de Macerata, a donde llamó por teléfono al comienzo de una marcha por la paz. Francisco crea a su alrededor un clima de alegría.