«Es bueno que haya discusión, pero el Sínodo no es un parlamento sino un espacio protegido», señala el Santo Padre
Sin miedo a llamar las cosas por su nombre, el Papa Francisco lamentó que en el pasado Sínodo de la Familia «con frecuencia, la visión de los medios era al estilo de las crónicas deportivas o políticas: se hablaba de dos equipos, a favor y en contra, conservadores y progresistas, etc. Hoy me gustaría contaros lo que fue el Sínodo».
Ante varios miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro a pesar del frio, el Papa subrayó que en el Sínodo de la Familia del pasado mes de octubre «no hubo censura previa, y cada uno podía -es más, debía- decir lo que llevaba en el corazón. Y hubo transparencia al publicar todos los documentos».
Recordando el ambiente del primer concilio celebrado por los Apóstoles en Jerusalén, el Papa comentó que allí hubo un debate fuerte porque se estudiaba algo muy importante: si la Iglesia podía admitir a personas no judías.
En cuando al último Sínodo, preguntó: «¿Se han pegado? ¡No! ¿Ha habido palabras fuertes? Sí, verdaderamente. ¡Pero esta es la libertad que hay en la Iglesia!». Eran comentarios al margen del texto escrito, que los participantes en la audiencia general seguían con gran atención y apoyaron con un estruendoso aplauso.
Como inicio de una nueva serie de catequesis sobre la familia, el Santo Padre clarificó malentendidos sobre el primer Sínodo con vistas a preparar mejor el segundo Sínodo de la Familia, que tendrá lugar en octubre del 2015, y que deberá hacerle propuestas para un documento de magisterio.
Francisco advirtió que los obispos no vienen a representar la opinión de su respectivo país, sino que cada uno viene a ofrecer al Papa su mejor consejo sobre cada tema debatido.
«No hubo un choque entre facciones»
En ese sentido, según el Papa, «El Sínodo no es un parlamento, sino un espacio protegido en el que pueda actuar el Espíritu Santo. No hubo un choque entre facciones sino un debate entre obispos, que ahora proseguirá en un nuevo trabajo para el bien de la familia».
El Papa Francisco no sólo habla frecuentemente con periodistas sino que también ve lo que se publica, con sus aciertos y errores. Por eso desea evitar exageraciones mediáticas que desaten tanto expectativas utópicas como preocupación sin motivo entre los fieles.
La tarea será difícil, pues la publicación del nuevo cuestionario de 46 preguntas enviadas a las conferencias episcopales de todo el mundo sufrió el martes la mutilación inmediata a cargo de agencias que limitaron severamente su contenido como si el Papa estuviese preocupado solo de temas polémicos en países occidentales y no del principal: el pesado conjunto de problemas que atraviesan las familias y que requieren soluciones.