Bangui, y con ella toda la República Centroafricana, se convirtió este domingo en «capital espiritual de la oración por la misericordia». Al abrir la Puerta Santa de su catedral para inaugurar el Año de la Misericordia, el Papa Francisco lanzó «un llamamiento a todos los que empuñan injustamente las armas: Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz»
Amor para frenar la espiral de las represalias
«Una de las exigencias fundamentales de esta vocación a la perfección –añadió el Papa– es el amor a los enemigos, que nos previene de la tentación de la venganza y de la espiral de las represalias sin fin. Los agentes de evangelización han de ser ante todo artesanos del perdón, especialistas de la reconciliación, expertos de la misericordia».
Al final de su homilía, Francisco lanzó «un llamamiento a todos los que empuñan injustamente las armas de este mundo: Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz. Discípulos de Cristo, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos en este país que lleva un nombre tan sugerente, situado en el corazón de África, y que está llamado a descubrir al Señor como verdadero centro de todo lo que es bueno: la vocación de ustedes es la de encarnar el corazón de Dios en medio de sus conciudadanos. Que el Señor nos afiance y nos haga presentarnos ante “Dios nuestro Padre santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos”».