El cardenal Rouco Varela a la Curia madrileña: “El obispo cambia pero el oficio de los pastores sigue vivo”
El Cardenal Antonio María Rouco Varela, Arzobispo Administrador Diocesano de Madrid, ha presidido en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena la tradicional Misa con la que los miembros de la Curia diocesana comienzan oficialmente las actividades del curso pastoral. Y lo ha hecho en la jornada en la que se conmemora la memoria de Santa María de la Cabeza, esposa de San Isidro Labrador, y Copatrona de Madrid. Con él han concelebrado los Obispos Auxiliares de Madrid Mons. Fidel Herráez y Mons. Juan Antonio Martínez Camino, SJ, Vicarios General y Episcopales, y más de medio centenar de sacerdotes diocesanos.
En su homilía, el Cardenal se ha dirigido a los trabajadores de la Curia diocesana, para explicar que todos “estamos invitados a hacer presente a la Iglesia con el misterio de la comunión de los santos”. Y es que “siempre necesitamos de las cosas santas para peregrinar por este mundo con la certeza de llegar al cielo”. Entre esas cosas que son santas, destacó la Eucaristía, o el ministerio de los obispos. “Los que trabajan en la Curia, señaló, sirven a ese ministerio, lo hacen fecundo. Esa es su misión principal”. Aunque que se trata de una labor que no siempre se comprende, “pero que es muy importante”. Por eso, exhortó a todos los presentes a “vivirla con espíritu diaconal” para “valorar lo que hacemos, apreciar el servicio que prestamos, y vivirlo en la comunión de los santos”.
Además, comunicó a los presentes que el Obispo cambia, pero “el oficio de los pastores sigue vivo”. Por eso, “la Curia tiene que seguir con su labor de ayudar al nuevo Pastor para que pueda cumplir su ministerio con generosidad, con caridad, y para que florezca la comunión en la Iglesia”.
Evocando la figura de Santa María de la Cabeza, explicó que se hizo santa “en la vida ordinaria, viviendo la caridad de Cristo, en comunión con los santos, con sencillez, plenamente”. Eso mismo exhortó a hacer a los miembros de la Curia, porque “vivir así, en comunión diocesana y en servicio a esa comunión, es acertar”. Para el Cardenal, eso supone ser misericordiosos, pacientes, benévolos… Algo que, a su juicio, los miembros de la Curia, tanto los que trabajan en los servicios centrales de la misma como los que lo hacen en las distintas Vicarías, “deben hacerlo hacia dentro, con un clima de amor fraterno”. “Es urgente que así sea, apuntó, muy importante”. “También deben hacerlo así hacia fuera, hacia los demás”, porque la Curia “es una especie de ventana abierta hacia el exterior”.
En este sentido, resaltó el importante servicio al Obispo, y también a la Iglesia, que cumple la Curia. “Servimos a la Iglesia particular de Madrid, para que en comunión con el obispo de Roma sea más auténtica, más misionera, más misericordiosa”.
Concluyó invitando a vivir esa comunión de los santos con María, porque “tenerla a Ella es tener la certeza de que nuestro servicio puede ser fecundo y generoso, y fuente de paz y alegría para todos”.