MICHEL SCHOOYANS NO ES UN PENSADOR MARGINAL
En 1997 el entonces cardenal Joseph Ratzinger escribió el prólogo de un libro de Michel Schooyans titulado El Evangelio: Confrontando el Desorden del Mundo, que es una especie de manifiesto Católico antiglobalización.
Y todos conocemos a Ratzinger y sabemos que no prologa a cualquier persona ni cualquier obra.
EL Cardenal Ratzinger denunció en el prefacio al Nuevo Orden Mundial (en concreto utilizando la terminología “nuevo orden mundial”) como más o menos la culminación del marxismo. Él va a decir que el cristiano está “obligado a protestar” contra esto y que el Nuevo Orden Mundial no puede “reducir la libertad al silencio”.
En una parte del prólogo dice Ratzinger:
Bajo el nuevo título de Orden Mundial, estos esfuerzos adquieren una configuración que cada vez se relacionan con la ONU y sus conferencias internacionales, especialmente las de El Cairo y Beijing que revelan una filosofía del hombre nuevo y del mundo nuevo, en su esfuerzo por trazar formas de llegar a ellos.
Esta filosofía recomienda no preocuparse por el cuidado de los que ya no son productivos ni da alguna esperanza de una vida de calidad, se recomienda reducir el número de participantes en la mesa de la humanidad, para que la llamada felicidad, ya adquirida por algunos, no sea tocada.
El carácter típico de esta nueva antropología, que está en la base del Nuevo Orden Mundial, se revela sobre todo en la imagen de la mujer, en la ideología del “empoderamiento de las mujeres”, propuesta en Beijing.
El objetivo es la autorrealización de las mujeres para quienes los principales obstáculos son la familia y la maternidad. Esto debe desaparecer antes de la “equidad y la igualdad de género”, antes de que se realice un ser humano indistinto y uniforme, en cuya vida la sexualidad no tendría otro significado que la voluptuosidad.
DE DEFENSORA DE LOS DERECHOS TRADICIONALES A CREADORA DE NUEVOS DERECHOS
El P. Schooyans nos revela la transformación del original reconocimiento de una ONU defensora tradicional de los derechos humanos, con la “Declaración Universal de los Derechos del Hombre” de 1948, hasta hoy que en palabras del autor, se ha llegado a una:
“reinterpretación perversa de los derechos del hombre que opera bajo la influencia del voluntarismo; la oposición a los Estados soberanos; el establecimiento de una inquisición laica al amparo de la tolerancia; y el uso de la ley para “legitimar” la violencia.
Los resultados de esta disminución del hombre, expulsado de ser el dueño de la tierra, pone los derechos humanos sobre la base de la fuerza física, de modo que “los derechos del animal fuerte son superiores a los del hombre débil”
COMO SE DIBUJA EL CONSENSO PARA QUITAR EL PODER A LOS ESTADO NACIONALES
Recientes conferencias internacionales se han ocupado de aplicar una nueva norma política – en El Cairo en 1994, Beijing en 1995, y en Nueva York en 2000, entre otras. Siendo marcadas por “recurrir a un consenso”, sobre la que el autor comenta:
“Este consenso convoca constantemente, de modo engañoso, a anular la legislación nacional que continua basándose en la objetividad de los derechos del hombre, típica de la tradición clásica. Por esto, la legislación nacional, está cada vez más y más arrinconada para parecer falsa en relación con estas “conclusiones”, planes secretos y otros planes de acción”.
El Padre Schooyans ilustra el resultado ominoso:
“El consenso se obtiene en las asambleas internacionales gracias a las organizaciones no gubernamentales que hacen un buen trabajo de cabildeo. (En esta partitura, el premio va para la Federación Internacional de Planificación de la Familia). Luego de este consenso se presiona a las naciones para que puedan ‘ser fieles a sí mismas’ para firmar pactos o convenios sobre esos asuntos y programas de acciones consensuadas. Una vez ratificados, estos instrumentos jurídicos tendrán fuerza de ley en las naciones participantes”
El Padre Schooyans cita algunos ejemplos de conflicto entre tales consensos promovidos por la ONU y las leyes nacionales, uno de ellos el reconocimiento de Gran Bretaña del derecho de los padres a decidir si sus hijos deben o no deben asistir a las clases de educación sexual, y la trayectoria de la ONU hacia los derechos del niño.
LOS NUEVOS DERECHOS CREADOS POR LA ONU
El autor ve la marcha hacia una nueva ética creada por unos “nuevos derechos” en áreas tales como la homosexualidad, la eutanasia, la supresión de la supervisión de los hijos, la pedofilia, el divorcio, la prostitución y cómo éstos se dirigen hacia la “sacralización civil de la violencia”.
El final de este “viaje neo-nietzscheano”, advierte será la reconversión de la violencia individual por la violencia institucional.
“Por su propia naturaleza, esta misma “nueva ética” será… intolerante, ya que debe ser así para poder procurar la uniformidad social y hacer individuos unidimensionales”.