La tasa anual de inflación en Venezuela es del 64,3 por ciento, la mayor de toda Sudamérica. Este aumento prohibitivo se hace notar en las cifras de pobreza. Más de una décima parte de la población venezolana no puede comprar la cesta básica de alimentos. Los que sí pueden, están acaparando los pocos productos que hay en el mercado, por miedo a que mañana no haya más leche, o arroz, o frijoles. El Gobierno ha tomado una medida: controlar a la población. Y no con una cartilla de racionamiento. Se está gastando los bolívares en un sistema digital de huellas con el que frenar la extracción de alimentos. Así se sabe quién ha comprado, y cuanto. Pero esto no se cuenta en los medios de comunicación del país.
«Hay una hegemonía comunicacional, porque es el Gobierno quien controla lo que se publica»: lo cuenta monseñor José Ángel Divassón, navarro de nacimiento, pero venezolano de adopción tras vivir allí 59 años. El obispo del Vicariato apostólico de Puerto Ayacucho, reconoce la dificultad que atraviesa su pueblo estos días inciertos. «Últimamente, dedicamos más tiempo a sobrevivir que a trabajar», señala el religioso salesiano, encargado de una extensa zona amazónica, donde su principal objetivo es mostrar el Evangelio a las poblaciones indígenas, y ayudarles en materia de educación -rasgo destacado de los salesianos-, de salud y a través de proyectos de producción, «para que sean ellos mismos los que asuman las riendas de sus vidas, y saquen adelante sus comunidades», explica.
en el Amazonas
Pero, con la interferencia gubernamental, esta labor se complica: «No se puede imponer porque sí un pensamiento único», señala, y menos aún «cercenar la libertad de las personas». Algo que choca, de frente, con las enseñanzas de la Iglesia, que no son otras que «mostrar la libertad, la esperanza, la justicia y la paz», explica monseñor Divassón. La Iglesia en Venezuela no se achanta. Los mensajes de la Conferencia Episcopal son constantes. Recuerdan que, «si algo se dice democrático…, tiene que serlo», añade el obispo.
Está de paso en España, aprovechando que el día 19 se celebra el Domingo Mundial de las Misiones. Viene a contar que, gracias a lo que se recauda ese día, muchos indígenas yanomamis «pueden ir a la escuela y recibir cursos de formación profesional». Y no sólo reciben, «sino que es un día de mucha reciprocidad. Nosotros, en la capital, Puerto Ayacucho, recogemos una cantidad de dinero cada vez más significativa, y lo mandamos a las Obras Misionales para que lo repartan. Luego, nos llega la ayuda que nosotros también necesitamos. Es muy bonito recibir esa oración, y ese apoyo material para poder seguir adelante, sobre todo ahora», concluye.