Desde 1947, año en que se publica por primera vez el “Diario de Ana Frank”, ha sucedido tal cúmulo de acontecimientos provocados por dicho libro que sería muy difícil poder enumerarlos. Como pincelada podemos reflejar que desde 1960, cuando abre las puertas el famoso museo de Ana Frank —el escondite de la familia Frank y cuatro judíos más, conocido como La Casa de Atrás, porque así lo llamó Ana—, el número de visitantes ha crecido de forma espectacular. Si en 1960 fueron 10.000, en 2006 se alcanzó la cifra récord de 987.000 visitantes y, en 2007, se espera sobrepasar el millón.
BN —¿A qué se debe este éxito de visitantes?
J.P. —Hay factores que siempre influyen, como la indiscutible difusión del Diario de Ana, la multitud de exposiciones que mis colegas realizan por todo el mundo, diversos proyectos educativos que desarrollamos en diferentes países, etc.; pero estamos igualmente sorprendidos de constatar que, cuanto más se aleja en el tiempo la vida de Ana Frank, mayor es el interés que despierta en la gente, sobre todo en las nuevas generaciones.
BN —Además de holandeses, ¿qué nacionalidades predominan como visitantes?
J.P. —Curiosamente, éste último año los españoles vamos en cabeza y en posición muy destacada, pues representamos casi el 20% del total. Luego está muy repartido entre turistas de la Unión Europea, Estados Unidos y, ¿cómo no?, Japón.
BN —¿Españoles? ¿Cómo es posible? ¿A qué se debe?
J.P. —Aparte de que se han inaugurado líneas aéreas de bajo coste, también me hago yo esa pregunta, puesto que para desarrollar proyectos en España me he encontrado con dos grandes dificultades casi insalvables: que en España no somos antisemitas —eso creemos y pensamos— y que no hemos vivido directamente la Segunda Guerra Mundial: todo esto hace que apenas estemos sensibilizados por el “holocausto judío”. Ya tuvimos bastante con nuestra Guerra Civil. Le aseguro que el que ha vivido de cerca y en propias carnes el genocidio que los nazis provocaron, no reacciona igual ante historias reales. Piense que no murieron seis millones de personas: los nazis mataron a una persona y eso lo repitieron seis millones de veces. Fue tremendo.
BN —Los españoles, ¿somos de verdad antisemitas?
J.P. —Estamos convencidos de que no, puesto que desde 1492, cuando expulsamos a los judíos de España, ya han pasado cinco siglos y hemos aceptado aquel dicho de que “muerto el perro se acabó la rabia”. De hecho, contactar hoy con judíos es casi anecdótico y hasta, por desgracia, están tan arraigados los prejuicios y estereotipos en nuestra sociedad que se utilizaba el término ”judiada” como adjetivo denigrante y peyorativo. No olvidemos que la inmensa mayoría de españoles aún cree que “el lobby judío es muy rico, que mueve los hilos de la economía y las finanzas y que está detrás de casi todos los medios de comunicación“. La realidad es bien distinta. Si conociéramos bien la historia de los judíos españoles, más de uno nos llevaríamos una sorpresa, pues quizás nos estuviéramos tirando piedras contra nuestro propio tejado. Apellidos tan comunes como Manrique, Mendoza, Jiménez, Loyola, Pérez y un largo etcétera, tienen o contienen raíces judías. Hay que desmitificar muchas cosas que tenemos arraigadas hasta la médula. Y si tocamos el tema religioso, pues aún más. Pero todo viene por desconocimiento. Le aseguro que cualquier cristiano de a pie se iba a sorprender de lo unida que está nuestra fe a la fe judía. Hay que tener presente que Jesucristo, la Virgen, los Apóstoles y las primeras comunidades cristianas eran de raza judía…
BN —¿Qué fines persigue la Fundación?
J.P. —Tiene por objeto mantener vivo el recuerdo de Ana Frank y del período en el que el nacionalsocialismo detentó el poder. ¿Cómo? Manteniendo abierta como museo “La Casa de Atrás” (el escondite) y desarrollando proyectos íntimamente ligados a la defensa y mantenimiento de la libertad, el respeto por los derechos humanos y por sociedades pluralistas y democráticas. A través de las actividades que desarrollamos pretendemos ser fuente de inspiración de estos ideales; o, por lo menos, que la gente se interrogue con la historia de Ana y la tragedia que vivió.
BN —Y, concretamente, ¿en España?
J.P. —Básicamente estoy centrado en exposiciones itinerantes sobre Ana basadas en el álbum inédito de familia, donde se recorre el período de 1929 a 1945, desmenuzando de forma personalizada la subida de Adolfo Hitler al poder, la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto, etc. Igualmente he desarrollado proyectos más desconocidos, como el del heroísmo de Ángel Sanz Briz, diplomático español que en 1944 salvó en Budapest a unos 5.500 judíos, una historia interesante que apenas conocemos. Y ahora… —sonríe el entrevistado.
BN —Ahora, el musical “El Diario de Ana Frank. Un canto a la vida”
J.P. —Sí…, ahora un musical, aunque pueda parecer una idea disparatada. Si se hace como se debe —y doy fe de que así se está haciendo—, espero que este musical revolucione el mundo artístico y musical en España y, esperemos, en el extranjero. Además es un producto enteramente nacional, en donde la Fundación se compromete en primera persona no como productora, sino como garante de la veracidad histórica. Además nos interesa muy mucho motivar a los jóvenes, a los estudiantes, a los universitarios, dada la falta de ideales y proyectos que reina entre la juventud. Este puede y debe ser un revulsivo en todos los sentidos. Ya no existen referentes. ¿Por qué no este musical? Tiene y contiene todos los ingredientes.
Este musical no dará respuesta a la gran pregunta de “¿cuál es el sentido de la vida?”, pero estoy seguro de que reafirmará su defensa y el respeto por el otro, por el perseguido, por el prójimo. Ahora tan solo queda preguntarnos de nuevo “¿quién es mi prójimo?”
BN —Pero, dada la historia de Ana Frank, ¿será éste un musical trágico?
J.P. —El final nos lo sabemos todos, pero eso no significa que la vida de Ana fuera una tragedia constante. Las 22 canciones del musical reflejan un abanico de sentimientos que ella vivió: alegría, pena, tristeza, nervios, risas, llantos, amor, deseos, anhelos… que están total y absolutamente inspirados en párrafos del diario. Además es un musical para todos los públicos, para toda la familia, para todas las creencias, para todas las edades, que nos hará reír, llorar y disfrutar a todos.