He escuchado al P. Horacio Bojorge, leído la doctrina de Sto. Tomás sobre la acedia, y me digo: son diagnósticos de una enfermedad espiritual y de unos ataques feroces del demonio contra los hijos de Dios. El P. Horacio, en su última catequesis divulgada en youtube (1), ha dado el tratamiento adecuado para nuestra situación de tristeza, más o menos consciente, no la sana como el colesterol bueno, sino la perniciosa que es muerte del alma: el estado de pena por el bien divino, la negación a gozarse de los bienes que proceden del Amor de Dios por pura aversión a Dios mismo.
El P. Horacio propone el famoso Sentire cum Ecclesia, según el consejo de San Ignacio, que supone valorar cuánto hay en la Iglesia para alimentar nuestra fe: el kerygma, el Sermón de la Montaña, renunciar a Satanás, la profesión del Credo, participar de los sacramentos, de los actos de piedad, etc. Y es, por carismático, consciente de la necesidad que los fieles tenemos de vivir en estado de gracia por el bautismo y participando activamente en el Sacramento del Cuerpo del Resucitado, la Eucaristía y la Comunidad eclesial.
La Civilización del Amor, no nos llega a pesar nuestro, en un futuro inalcanzable, porque el Reino de Cristo, Rey del Universo, está ahí donde se dan sencillos gestos de Amor al Padre y de Amor al prójimo.
Jesucristo, el mismo día de su resurrección ha subido al Padre para – como Sumo Sacerdote, la Víctima, y el Altar de la propia ofrenda -, su victoria hecha carne sobre la muerte en un sacrificio pascual llamado de “las Primicias”, que el judío practicante llevaba al Templo al amanecer de la Pascua, el primer día de la semana. Jesucristo resucitado es la Primicia de la nueva creación de los resucitados.
“En verdad, en verdad os digo: que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, allí queda, él solo; pero si muere, da mucho fruto.” (Jn. 12, 24).
Volviendo al demonio de la acedia, o del mediodía, esta mañana rezando Laudes me encuentro con la respuesta a cuál sería el mejor tratamiento de semejante enfermedad. Los salmos, (Sal 35; Jdt 16, 2-3. 15-19; Sal 46) en concreto, proclaman la alegría, la exultación, el gozo, la felicidad que provienen de dar culto a Dios que nos defiende del Malvado.
El enemigo por excelencia, es este demonio del mediodía. Y San Agustín en su Comentario al Sal 32, del Oficio de Lecturas de hoy miércoles de la XXXIII semana del TO, vuelve sobre el asunto proponiendonos cantar con maestría y exultación de acción de gracias a Dios, porque es eterna su Misericordia. Esto agrada al Señor, los labios que proclaman su gloria (2):
“Llámame en el momento del peligro, yo te ayudaré y tú me darás gloria.” (Sal 50, 15).
Las distintas formas de la acedia son: La indiferencia ante el que nos ama; la ingratitud ante el que nos ama; la tibieza en el amor al que nos ama; el odio al que nos ama.
“Padre quiero que los que tú me has dado, allí donde estoy yo, estén también conmigo, para que contemplen la gloria que me has dado, porque me has amado, antes de la creación del mundo.” (Jn 17, 24).
(1)[En linea]. “El demonio de la acedia.” 13/13, en:
https://www.youtube.com/watch?v=Kzm1rvrOqCo. [Accedido: 22/11/17]
(2)Música inscrita en el manto de la Virgen de Guadalupe, curiosamente parecida a la inspirada al compositor de Estonia, Arvo Pärt, galardonado con el Premio Ratzinger 2017. [En linea] ”Música celestial”. En: https://www.youtube.com/watch?v=2j5-NYvUzeg&feature=youtu.be
[Accedido: 22/11/17]; https://www.youtube.com/watch?v=7TxXtWJAlgY
El pentagrama milagroso: https://youtu.be/7QO1kfStP7A
Nuevos datos y descubrimientos hechos en la Tilma de San Juan Diego, donde está representada la Imagen de Ntra. Sra. de Guadalupe. https://youtu.be/XN9CreMGLBc.