“Yo soy el Buen Pastor, y conozco mis ovejas y ellas me conocen a mí, de la misma forma que me conoce mi Padre y yo le conozco a Él” (Jn 10,14-15)
Y en ese momento, cuando Tú de nuevo nos coges la mano, subimos al Cielo
y no nos importa saber que mañana seremos de nuevo nada más que barro. Porque cada vez que Tú nos elevas, que Tú nos habitas, el alma que ocupa nuestro frágil cuerpo se llena de Ti. Y en cada encuentro que Tú nos preparas sentimos que estamos viviendo en tu Cielo.
“Señor, Tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento y cuando me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares”. (Salmo 138,1-3)
Olga Alonso