El IOR, que sólo admite a instituciones católicas, eclesiásticos, dependientes del Vaticano y embajadas acreditadas ante la Santa Sede, redujo en 2013 sus beneficios en 83 millones de euros
Ni el actual presidente del IOR, el Banco del Vaticano, ni sus predecesores han dado ruedas de prensa. Pero mañana el alemánErnst von Freyberg comparecerá ante la Sala Stampa para despedirse y para presentar a su sucesor, casi con toda seguridad el francés Jean-Baptiste de Franssu.
Von Freyberg habría cumplido su mandato en septiembre pero se va antes de verano con los deberes bien hechos. En su último día de trabajo ha publicado el balance 2013 y ha detallado los pasos que ha dado para transformar el Banco. «Lo hemos hecho más seguro y transparente, para que el Santo Padre tuviera más opciones en el momento de decidir sobre el futuro del Instituto», asegura orgulloso el aún presidente.
Cierra las cuentas de 2013 con un beneficio de 2,9 millones de euros, 83 millones menos que el año anterior. El informe justifica la enorme diferencia por «los costes necesarios para completar la primera fase de transformación del banco y por las inversiones heredadas del pasado». En concreto, «relevantes rectificaciones sobre el valor de los fondos de inversión gestionados por terceros, y el valor del oro».
Pero Freyberg adelanta que «en la primera mitad de 2014 hemos conseguido un resultado muy positivo que confirma los esfuerzos realizados».
Evitar el lavado de capitales
La primera fase de la transformación del IOR, que intentó Benedicto XVI y que ha acelerado el Papa Francisco, ha consistido en buscar la «conformidad con los estándares, criba de clientes y transparencia», entre otras cosas para que no fuera posible utilizarlo para lavado de capitales. Es lo que pidieron a von Freyberg y lo que ha hecho.
Desde mayo de 2013 su equipo ha revisado todas las casi 20 mil cuentas abiertas, para ver si cumplían los requisitos para poder operar en el IOR, ya que sólo admite a instituciones católicas, eclesiásticos, dependientes del Vaticano y embajadas y embajadores acreditados ante la Santa Sede.
Como en el pasado el criterio se ha aplicado con demasiada elasticidad, von Freyberg ha tenido que cerrar 396 cuentas que no se correspondían a ninguna de esas categorías, y está a punto de cerrar otras 359. Además, mantiene bloqueadas 2 mil cuentas porque no están proporcionado todos los datos identificativos.
El prefecto para la Economía, el cardenal George Pell, anunció por sorpresa que «la segunda fase de reformas inicia bajo una nueva dirección», por lo que no sólo sustituirá al presidente, sino también a su consejo, del que formaba parte el español Manuel Soto Serrano, y al director general, Rolando Marranci.
Estructuras ejemplares
«Después del duro trabajo efectuado por este equipo, podemos garantizar la continuidad de la preciosa asistencia que ofrece el Instituto y conducirlo hacia un segundo ciclo de reformas con la guía de un nuevo equipo directivo», dice el cardenal. El objetivo es «integrarlo en el nuevo contexto económico administrativo del Vaticano». O sea, estructuras más sencillas, más eficientes, y sobre todo, más ejemplares.
El Instituto para las Obras de Religión fue creado en 1942 para proteger el patrimonio de instituciones de la Iglesia católica y hacerlo crecer con inversiones éticas.