Encuentro con miles de alumnos de escuelas jesuitas
Formarán parte del personal diplomático de la Santa Sede. Muchos serán nuncios. Son sacerdotes llamados a una misión que requiere una gran libertad interior. Y ello significa sobre todo ser libres de ambiciones y miras personales que tanto mal pueden causar a la Iglesia. Porque el carrerismo es una lepra. En estos términos se dirigió el Papa Francisco a los alumnos de la Academia eclesiástica pontificia, llamándoles a cuidar siempre la vida espiritual, porque sin oración no hay libertad interior. Y llamándoles también a ser conscientes de la dignidad de su misión: «Cuando en la nunciatura hay un secretario o un nuncio que no va por el camino de la santidad y se deja involucrar en las muchas formas, en las numerosas maneras de mundanidad espiritual, hace el ridículo y todos se ríen de él. Por favor, no hagáis el ridículo: o santos o volved a la diócesis como párrocos; pero no seáis ridículos en la vida diplomática, donde para un sacerdote existen tantos peligros para la vida espiritual». PÁGINA 5 A la comunidad internacional llamamiento del Santo Padre contra la explotación laboral infantil ¡Ay de sofocar en los niños la esperanza! Caminar es un arte: implica la capacidad de soportar el cansancio sin perder de vista el horizonte; saber hacerlo en compañía, en comunidad; ser conscientes de que en el recorrido habrá dificultades, oscuridades, incluso caídas, pero también hay que entender la importancia de saber levantarse, sin temer los fracasos. Un arte esencial para la vida. Que el Papa Francisco propuso, en clave pedagógica, a miles de niños de escuelas jesuitas en un diálogo espontáneo, respondiendo a las inquietudes que le plantearon. Con confianza recíproca. Que dio espacio a que el Santo Padre hablara del escándalo de la pobreza, de la crisis económica, y hasta de decisiones personales, como la de no vivir en el palacio apostólico porque prefiere estar con la gente y la soledad le dañaría. Y para los educadores una alerta: educar no es una profesión, sino una actitud y un modo de ser que implica necesariamente coherencia de vida. Si no, no es posible educar de verdad.