En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: -«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
“Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarlos con calma.” Marcos 6, 30-34
Este Evangelio de hoy derrama amor por todas partes. Es una palabra de amor de Jesús para cada uno de nosotros. De un amor íntimo con sus discípulos, a los que Jesús quiere llevar a un lugar apartado: “venid vosotros a un sitio tranquilo a descansar un poco”. Estas palabras las pronunció Jesús después de que los apóstoles volvieron a reunirse con Él, “y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado”, como nosotros en la oración personal, o bien en la asamblea de la comunidad le contamos al Señor todo lo que nos acontece en nuestra vida de cada día. ¡Cuántas veces el Señor nos ha llevado a “un sitio tranquilo y apartado”!
Pero no estamos solos en este mundo con el Señor, estamos rodeados de “ovejas sin pastor”, y el Señor tiene lástima de ellos. La cruz tiene dos brazos: uno hacía arriba, que nos pone en comunicación directa con el Señor; y otro horizontal, que nos pone al servicio de los hermanos. Nuestra intimidad con Dios se manifiesta en caridad con los hermanos. Porque el Señor nos ha dado gratis la fe operante que actúa en la caridad.
Cómo mostrar mi amor al Señor aquí en la tierra, en este destierro de nuestra verdadera patria, el cielo, si no es amando al hermano, amando al prójimo. Porque miento si digo que amo a Dios, y no amo a mi hermano, y me es imposible amar al prójimo sin el amor de Dios.