Se toma conciencia evangélica por parte de la Iglesia Católica, y esta se lo hace saber por medio de las autoridades eclesiales a las civiles, la gran responsabilidad que supone en el Descubrimiento de América (1492), para evangelizar y llevar la fe en Cristo, la cultura, la civilización, el derecho civil y eclesiástico, en definitiva, la prosperidad a los amerindios que vivían en la irracionalidad de un primitivismo prehistórico y esclavizados por las tiránicas teocracias, paganas y panteístas, de los imperios incas, mayas y aztecas.
Si los amerindios eran esclavos de los imperios precolombinos, a partir de los Reyes Católicos, por prescripción de la Reina Isabel, fueron considerados como seres humanos libres e iguales. La esclavitud de los indígenas fue prohibida desde el principio de la evangelización, en cambio la esclavitud de los negros traídos en barcos desde África para los trabajos más duros, como eran los de la minería y de la caña de azúcar, se admitió en sus inicios (Siglo XV). Con matices, pero a medida que se tomó conciencia de su situación anticristiana, los misioneros evangelizadores, los juristas y teólogos como los de la Escuela de Salamanca, si no la condenaron de raíz, aconsejaban medidas proabolicionistas para no llevar a cabo el comercio de la esclavitud, la trata inhumana de negros africanos con destino a América, ya que era un gravísimo pecado contra la dignidad de la persona humana. La legislación antiesclavista de España y la Iglesia Católica, por ser más humanitaria, acabaría influyendo en el siglo de la Ilustración, la masonería y la Revolución Francesa (Siglo XVIII) y en el siglo también de la masonería anticristiana y atea del liberalismo y sus revoluciones capitalistas, tanto en Estados Unidos como en Francia e Inglaterra, y sus respectivas colonias de Sudamérica y Centro América.
De esta situación de los amerindios y de los esclavos africanos en América se aprovecharon algunos responsables políticos y comerciantes, algunos conquistadores y aventureros sin escrúpulos o algunos funcionarios, para privarles de sus derechos naturales, como el de la libertad y el ser tratados en igualdad de derechos y deberes, olvidándose de la moral y la ética de la evangelización en la conquista y colonización de América. De lo que tomó la Iglesia Católica plena conciencia misionera e independencia de los poderes políticos cuando el papa Gregorio XV(1621-1623) instituye en 1622 la Congregación de Propaganda Fide.
A partir de los siglos XVII y XVIII se arrinconarían las prescripciones de la autoridad eclesial del Papa en dar prioridad a la conciencia moral o ética del evangelio en los virreinatos del Nuevo Mundo, con las sucesivas dinastías del Imperio Español, por las disposiciones teocráticas del regalismo tanto del absolutismo monárquico de la Dinastía de los Austrias, como del despotismo ilustrado de la Dinastía de los Borbones.
Diego Quiñones Estévez