Una de las secuelas más significativas de las políticas deshumanizantes de la dictadura del relativismo democrático-político en España, fundamentado en el consenso pactado entre las ideologías neosocialistas y neocomunistas, neoliberales y nacionalistas secesionistas y terroristas, en las instituciones constitucionales y parlamentarias falsificadas (como el Congreso o el Senado) es haber provocado en la sociedad española una conciencia aislada dentro de las estructuras ideologizadas de un Estado, que no es un Estado de Derecho, porque la libertad y la igualdad, nunca se han sustentado en la verdad de la dignidad y la responsabilidad comunitaria de los españoles, sino en unas inexistentes libertad e igualdad, al estar ambas invadidas por los programas y las disposiciones legalistas de los partidocracias que controlan con sus ideogramas la vida privada o pública en España.
El aislacionismo de la conciencia comunitaria en España nos ha llevado en el siglo XXI, a no ser una Patria, una Nación y un Estado democrático y constitucional para afrontar los retos que forman parte de nuestra vida personal y colectiva, como el mantener el equilibrio entre las instituciones políticas y jurídicas, económicas y financieras, culturales y religiosas, que, dignifique nuestra dignidad humana de personas libres dentro y fuera de España.
Las ideologías en España, desde los siglos XIX y XX, siguen sin reconocer la conciencia histórica que la ha conformado a través de siglos y siglos, una conciencia histórica de fundamentos cristiano católicos, de donde más tarde nacieron, en el siglo XX, los Derechos Humanos, cuando tomaron cuerpo en el Derecho de Gentes con las Ordenaciones de los nuevos descubrimientos y poblaciones(1573) promulgadas por Felipe II, y también con la nueva Recopilación de las leyes de Indias, alrededor de las últimas dos décadas del siglo XVI. Cierto es que la legislación no se aplicó con el rigor jurídico y moral como se debería haber hecho en el Nuevo Mundo. En la nueva Recopilación de las leyes de Indias, se dice: “no se puede hacer guerra a los indios… para que reciban la santa fe católica o nos den obediencia, ni por otro ningún efecto”.
Diego Quiñones Estévez