Desde el Gobierno nos dicen que quieren promulgar «la mejor ley de aborto posible». Es un escarnio.
Toda persona medianamente culta sabe que un aborto voluntario es un homicidio premeditado y alevoso. Abortar no es, como se dice hipócritamente, interrumpir un embarazo. Abortar voluntariamente es destruir violentamente una vida humana en el seno materno. Y eso es lo que quieren facilitar nuestros gobernantes a las mujeres españolas. Quieren darles facilidades para que maten o hagan matar a sus hijos. Todas las personas honestas y decentes de España, creyentes y no creyentes, tenemos que hacer ver que la mejor ley de aborto es la que prohíba cualquier forma de aborto voluntario, sencillamente porque es un crimen. Los abortistas recurren siempre al mismo sofisma: presentar el aborto desde el punto de vista de los adultos. Es como interpretar el robo desde el punto de vista de los ladrones: siempre hay una justificación. Seamos serios, el primer afectado por el aborto es el niño rechazado, troceado, asesinado. Por eso, el verdadero punto de vista para valorar el aborto es el del niño abortado. Los antiabortistas, lo que queremos es que las madres en apuros no tengan que abortar, lo que queremos es que el aborto sea considerado como lo que es, un crimen inhumano y destructor, en vez de presentarlo como un derecho. Ninguna mujer tiene derecho a matar a su hijo. No es un tumor, es un ser humano diferente que inicia su vida contando con la protección y la ayuda de su madre. Bienvenido un debate serio, sereno y de altura, como ha dicho la ministra. Pero de altura antropológica y moral, no de intereses. Un debate en el que todos podamos hablar en las mismas condiciones. La permisividad ante el aborto está haciendo de nosotros una nación degradada y corrompida. No queremos ser el abortorio de Europa.