Podemos
Con mucha probabilidad al lector le habrá llamado en seguida la atención que el título de estos párrafos vaya entre interrogantes; pero también en seguida comprenderá por qué.
Personalmente estimo que para que una noticia sea tal, debe fluir de la verdad, o buscarla o caminar por sus sendas; si no, será un simple secuestro de la misma, una presencia del lobo con piel de oveja, vender gato por liebre, un tocomocho y cosas así… Esto viene a cuento porque, en estos últimos tiempos, en el escenario político ha surgido como de repente y como la espuma una nueva formación política, con el nombre de «Podemos», acusando de «casta», a muchos colegas del mundo de la política, a la vez que se presenta como «supercasta» que arremete contra todo lo que se mueve fuera de sus alcances, de manera que se erige en esa casta superior o pensamiento único llamada a controlar todo lo que, por ahora, no cae bajo sus dominios…
¿Será posible que esa maestra de la vida, que llamamos Historia, todavía no nos haya convencido hasta la saciedad que todos los absolutismos llevan en su raíz la bacteria de su propia muerte? Y así, con demasiada frecuencia, constatamos que un régimen absolutista acusa de corrupto al anterior, también absolutista, para subirse al mismo podio… Creo que todos —y este con más papeletas que otros muchos a lo largo de la historia— son flor de un día, pues llevan en su origen la yesca que ellos mismos han prendido y que acabará calcinándolos, como ha ocurrido hasta el presente (Gengis-kan, Alejandro Magno, los césares romanos, los zares rusos, los emperadores japoneses, Stalin, Pol-Pot, Hitler, las continuas revueltas de gerifaltes en África y Sudamérica, como Idi Amin en Uganda, Bokassa en la República centrofricana, Pinochet en Chile, Videla en Argentina, los Castro en Cuba, Chávez en Venezuela, etc.).
¡Cuán cierto es que el hombre es el único animal —animal político podríamos decir en estos casos— que tropieza no dos, sino cien y mil… en la misma piedra. Pero no era por estos derroteros por donde quería ir, pues, aparte de correr el riesgo de la inexperiencia, ya hay quien se ha ocupado y ocupa de estos asuntos, como expertos en estas materias que saben lo que dicen y dicen lo que saben sobre «Podemos»: de hecho ya han corrido, si no ríos, sí torrentes de tinta; y digo «torrentes» porque su epifanía «ex abrupto» ha creado esa torrentera para denunciar lo que ellos mismos denuncian: ellos denuncian la casta» convirtiéndose en «casta», en un flagrante vasallaje al principio de contradicción, lejos de la verdad y a sus espaldas, por lo que, para mí, dejan de ser una «noticia»; por eso, va entre signos de interrogación, porque venden bonanza mientras siembran vientos recogiendo tempestades —tormentas ya ha habido varias— y seguirán galernas, por lo que muchas naves incautas quedarán sin derrota en alta mar, otras encalladas en la arenas y muchas estrelladas en los acantilados.
Lo que me causa un mal disimulado incordio es el título que se han arrogado: «Podemos». Seguramente se debe a ignorancia saber que eso ya estaba inventado hace dos mil años, precisamente por algunos discípulos de Jesús, entre ellos nuestro Santiago Apóstol, Patrón de esta piel de toro, cuya fiesta solemne celebra la Iglesia hoy. Puede que él y su hermano Juan —los conocidos como hijos de Zebedeo— azuzaran a su madre para que hablara a Jesús en su favor, o puede que la misma madre, muy echada para adelante, tomara la iniciativa, como parece, para pedirle un gran favor al Señor. La cosa, pues, ocurrió así:
«Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?”. Ella contestó: “Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. Pero Jesús replicó: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?”. Contestaron: “Podemos”» (Mt 20,20-22).
Este «Podemos» sí que fue y es una noticia, una respuesta que sí responde a la verdad, en muchos sentidos: primero, porque es una respuesta a la misma Verdad, a Jesús de Nazaret, quien se presentó como «una» verdad, sino como «la» Verdad (Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida»: Jn 14,6). En segundo lugar, porque, deprisa y corriendo, en ese momento tomaron conciencia de lo que les proponía el Señor —«Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre»» (Mt 20,23)—: beber las heces de un cáliz muy amargo, es decir, dar la vida por Él y por el Evangelio, morir como iba a morir Él pronto y no lo dudaron un instante, sino que respondieron, sin pensarlo dos veces, que sí, que «podemos», como de hecho ocurrió, pues Santiago fue el primero en ser pasado a cuchillo en la persecución de Herodes (ver Hch 12,3), y Juan fue deportado a la isla de Patmos en el mar Egeo. Y, en tercer lugar, porque aquí no hay ni siquiera atisbos de absolutismo alguno: todo es pura gracia («estáis salvados por pura gracia»: Ef 2,6), don de Dios, que da el querer y el obrar, «porque es Dios quien activa en vosotros el querer y el obrar para realizar su designio de amor» (Flp 2,13), superando esa ambigüedad solapada que existe en los absolutismo de todos los tiempos, confundiendo lo legal-ilegal con lo justo-injusto, pues solo el justo es tal porque «se ajusta» a la voluntad de Dios, no porque se adapta a lo políticamente correcto, que puede ser tan legal como injusto, como ocurre hoy con mucha frecuencia.
La sexualidad en los adolescentes
El segundo falso «notición» lo emite una cadena de televisión de ámbito nacional, que, según, lo escucho, me deja estupefacto… ¿cómo es posible?, no ceso de preguntarme. Resulta que la Conferencia Espiscopal Española (CEE) ha presentado el 2 de julio del presente año un resumen del Catecismo de la Iglesia Católica: su título es «Testigos del Señor» y va destinado principalmente a los niños y adolescentes entre 10 y 14 años… Ya se había publicado, primero, un Compendio de dicho Catecismo en junio de 2005 —cuya versión original completa bien puede calificarse como una Ópera Magna, promovida y promulgada el 11 de octubre de 1992 por el Papa Juan Pablo II—. Igualmente en las últimas JMJ (Jornadas Mundiales de la Juventud) iba en la mochila del joven peregrino el YouCat. Pero ahora se trataba de proporcionar a nuestros jóvenes adolescentes españoles un adecuado resumen para ellos.
Pues bien, dicha cadena de TV —cuyo nombre omito— emite la gran noticia de que la CEE expone lo referente al sexto mandamiento, contemplando ese documento con la única perspectiva de la sexualidad, advirtiendo en ello una oculta ¿burla?, al poner de relieve que en lo único en que se fijan nuestros Obispos es en la masturbación de los adolescentes y otras lindezas similares…
Permítanme que les cuente (ahora sí) una burlona anécdota personal: cuando yo era joven, iba los veranos a Alemania a aprender la preciosa lengua teutónica. Es sabido que los españoles tenemos una cierta picaresca bebida de nuestros clásicos; así que al profe que nos enseñaba su idioma, a la vez le enseñábamos algunas palabras castellanas —los más gamberros le enseñaban los tacos mas gordos—; un servidor le hizo aprender que al cerebro lo llamábamos (con perdón) culo, y así él se pavoneaba de que los alemanes tienen mucho cerebro, y, señalando su propia cabeza, decía: «Tenemos mucho culo aquí»… Figurarse nuestra juerga.
Los estudiosos nos han enseñado que todas nuestras funciones están regidas por el cerebro; sin embargo, algunos —en este caso los redactores de la tal cadena de TV— han dado muestras inequívocas de que toda su masa encefálica es, exclusivamente, origen, motor y fin de la sexualidad. No sé si merece la pena rebatir su argumentación. Lo que sí sé es que la doctrina de la Iglesia contenida en el Catecismo es mucho más que el sexto mandamiento (antes hay otros cinco, encabezados todos por el primero y gran mandamiento) y existen unas preciosas explanaciones sobre el Credo, sobre las peticiones del Padrenuestro, sobre los Sacramentos, etc. Digamos simplemente que se les ve el plumero, como si todos su cerebro fuera materia sexual…, pues se adivinan sus intenciones denigratorias de la Iglesia presentando una verdad filtrada por neuronas enfermas. No es una verdadera noticia, porque se esconden de la luz de la Verdad, con la aviesa intención (aunque pongan carita de buenos) de afear cuanto tiene que ver con la religión católica. Y así, en vez de trigo limpio, van sembrado cizaña para ¿muchos? telespectadores. Por eso mismo también la sitúo como noticia entre signos de interrogación.
Jesús Esteban Barranco