Por el proceso de secularización que vive el mundo es éste un tiempo propicio para reflexionar sobre el deber y el derecho de los padres a educar a sus hijos según su propia fe. Los gobiernos intentan implantar una educación “aséptica” de ideas religiosas, la libertad de cátedra se ha entendido como un ataque sistemático a toda forma de religión y de moral, se ha restringido al ámbito privado las manifestaciones religiosas… Ya no resulta extraño encontrar en planes de estudios asignaturas como “educación sexual”, “educación para la ciudadanía”, donde se adoctrina a los chavales en temas tan vitales.
En tiempos no muy recientes en los que la sociedad tenía algunos conocimientos de cristianismo, las escuelas eran unos lugares seguros en las que los padres podían confiar tranquilos la educación de los hijos, no sólo existían escuelas confesionales, sino que las escuelas públicas brindaban una educación con valores. El mal interpretado laicismo ha desterrado de los programas académicos la Verdad, es por ello que escoger el colegio para nuestros hijos resulta, hoy por hoy, una tarea para el discernimiento. La verdad sobre la educación no es para nada evidente. Cualquiera que tenga un poco de sensibilidad al abrir los apuntes de clase puede darse cuenta que las “ideologías” han invadido los más impensados rincones de los saberes científicos: el sexo sin restricción, las mal llamadas “nuevas libertades” como el aborto, la eutanasia, las nuevas formas de “familia”, la homosexualidad. En fin, todos los temas morales que afectan la forma cómo los jóvenes se enfrentan a decisiones importantes en su vida, son tratados con trivialidad y utilitarismo.
Los padres tienen graves dificultades en contrarrestar en casa la “mala educación” dada en la escuela, con el agravante que ser cristiano en el mundo en el que vivimos resulta cada vez más heroico. Lo dicho hasta ahora pone en la razón una pregunta ¿Qué hacer ante este problema? Dar una fórmula mágica no es la intención de estas letras. Lo que deseamos es llamar la atención sobre un tema tan importante.
No es posible que los padres cristianos deleguen en los profesores tarea tan fundamental. Algunas claves que pueden ayudar son por ejemplo hablar con los niños y los jóvenes sobre los temas expuestos en clase, ofrecer lecturas que brinden otro punto de vista, dar un testimonio de vida cristiana, pues es obvio que los hechos hablan mejor que las palabras. Todas estas no son más que ideas para que los padres no se desentiendan de lo que aprenden sus hijos en la escuela.
la mejor herencia, la fe
La Iglesia, que es madre, impone a los padres el deber de educar a los hijos en la fe. La razón es sencilla, es en la familia donde los niños tienen el primer contacto con Dios. El día de vuestra boda, el presbítero os interrogó sobre vuestra intención de “recibir amorosamente los hijos” y educarlos según la vida cristiana. Es importante preocuparnos por su buena alimentación, porque gocen de buena salud, porque estén bien vestidos, pero también debemos poner atención a lo que reciben en la escuela. No es bueno delegar sin conocer.
En el Código de Derecho Canónico, que es el conjunto ordenado de las normas jurídicas que regulan la Iglesia Católica de rito latino, el canon 226 §2, dice: “Por haber transmitido la vida a sus hijos, los padres tienen el gravísimo deber y el derecho de educarlos; por tanto, corresponde a los padres cristianos en primer lugar procurar la educación cristiana de sus hijos según la doctrina enseñada por la Iglesia”. Si la Iglesia incluye estas palabras en el Derecho, es porque es de vital importancia que los padres trasmitan la fe a los hijos. Son los padres los responsables de que sus hijos entren en contacto con Dios.
Como podréis ver la responsabilidad que tenéis nos es pequeña. A través de vosotros Dios quiere manifestarse como Padre amoroso a vuestros hijos, sois la única forma que tiene Dios para aparecer en la vida de los pequeños. Esta importante tarea de anuncio del Evangelio ha querido Dios dejarla en manos de los padres, por ello no deleguemos en extraños esta trascendental labor.
Finalmente. ¿En qué escuela debéis inscribir a tus hijos? ¿En la de más fama o en la de moda? No. El canon 798 os orienta en la decisión: “los padres han de confiar sus hijos a aquellas escuelas en las que se imparta una educación católica”. Ánimo papás, Dios quiere aparecer en la vida de vuestros hijos a través de vosotros, la vida eterna depende en gran medida de vuestra labor. Recordad: vuestros hijos tienen un destino glorioso, el cielo.