Algunos de entre la gente, que había oído los discursos de Jesús, decían: “Este es de verdad el profeta”. Pero otros decían: “¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David?”
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardianes del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: “¿Por qué no lo habéis traído?” Los guardianes respondieron: “Jamás ha hablado nadie como ese hombre”. Los fariseos les replicaron: “¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos”.
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: “¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?”
Ellos le replicaron: “¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas”.
Y se volvieron cada uno a su casa (San Juan 7, 40-53).
COMENTARIO
La polémica se suscita entre los que escuchan a Jesús, unos dicen: es el profeta, otros por el contrario opinan que de Galilea no puede salir nada bueno y los que detentan los poderes de su tiempo van más lejos y dicen que la gente del pueblo que “no entiende de leyes son unos malditos”. Hoy también nosotros estamos también enfrascados en polémicas de todo tipo: las redes sociales ¿son un avance y ayudan a relacionarnos, o son una esclavitud?, derecho a la privacidad, libertad de expresión, igualdad, feminismo, violencia de género, legalidad del aborto, maternidad subrogada, eutanasia, legalización de las armas, inmigración, cambio climático, piratería informática, legalización de las drogas, suma y sigue…, políticas, religiosas, deportivas, etc… y hoy el Evangelio nos trae una buena noticia que merece la pena escuchar.
Los guardianes cuando les preguntan “¿por qué no lo habéis traído?” dicen: “jamás ha hablado nadie como ese hombre”; están admirados por lo que han escuchado. Esto mismo me pasa a mí y a muchos de nosotros, estamos admirados no solo de lo que dice sino también de lo que hace.
Conocer a Jesús es una tarea apasionante y cada propuesta que nos hace es un regalo. Los seres humanos nacemos, crecemos, envejecemos y morimos, ¿quién me librara de este cuerpo, que me lleva a la muerte? (Rom 7, 24).
Jesús de Nazaret es el hombre que cambia la historia y el destino de los seres humanos, con su palabra y con su vida: estamos en el cuarto sábado de Cuaresma y faltan dos para la Pascua, seguimos con el ejercicio de la oración, el ayuno y la limosna que nos ayudan a darnos cuenta de que no estamos solos en el mundo y de que los otros son un bien que nos ayuda a dialogar y crecer como personas, y nos preparamos para celebrar la Pascua que es el triunfo de la vida sobre la muerte y que nos da la oportunidad de experimentar la vida cumpliendo el mandato que nos regala “amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15, 12).
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:7,8).
O como dice la carta a los Efesios 4:23-25: “Renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros!”