La alegría de ser sacerdote
La pastoral vocacional es «un aspecto que un obispo debe poner en su corazón como absolutamente prioritario, llevándolo a la oración, insistiendo en la selección de los candidatos y preparando equipos de buenos formadores y profesores competentes», dijo el Papa Francisco a los obispos españoles presentes en Roma para la Visitaad limina. El cuidado de la vocación, la formación de los sacerdotes con olor a oveja, y la alegría que debe invadirles por anunciar el Evangelio -lema elegido, por cierto, para el Día del Seminario 2014- es una preocupación predominante en el magisterio del Papa, y fue un tema recurrente en los encuentros personales entre el Pontífice y los prelados españoles durante la pasada semana.
España ha sufrido, en las últimas décadas, un notable descenso del número total de sacerdotes. Lejos quedan ya los cerca de 9.000 jóvenes que poblaban los seminarios en los años 60. El descenso fue vertiginoso a partir de entonces, hasta llegar a los años 80, en los que no había más de 2.000 seminaristas. Desde entonces, la disminución ha sido lenta, pero sin pausa. Hasta ahora. «Después de muchos años de caída incesante de vocaciones, en 2009 hubo una pequeña subida del número de jóvenes que entraron al seminario. Desde entonces, a excepción de un curso, ha seguido aumentando», afirma monseñor José Ángel Sáiz Meneses, obispo de Tarrasa y Presidente de la Comisión episcopal de Seminarios y Universidades. Un aumento «significativo, porque eso indica que hay una estabilización, y que es al alza, además», añade. En este 2014, la cifra total de seminaristas en España es de 1.321, lo que supone un aumento de 14, un 1,1% respecto al año anterior. Monseñor Sáiz Meneses se muestra «esperanzado, pero consciente de que hay que tomarse estos números con prudencia y seguir trabajando con interés y acierto».