Cuando Moisés le pregunta el nombre a aquel que le hablaba en presencia de aquella zarza ardiente, que no se consumía, la respuesta obtenida fue YO SOY EL QUE SOY. No hay mejor descripción del DIOS DE LA HISTORIA, del que se manifiesta, del que es todo. Pero este Dios se ha encontrado enfrente algo que Él mismo ha creado: nuestra libertad. Por eso yo digo que el nombre de Dios es YO SOY EL QUE ME DEJES SER. Desde aquí parte que tú y yo podamos creer que tenemos diferentes dioses. ¿Qué diferencia podía haber entre el dios de Abraham, Saúl, David, Pedro, Judas o el de la misma María? En teoría era el mismo pero cada uno de ellos le abrieron la puerta de diferente forma.
Los santos no son los Spiderman, superman o batman de la Iglesia Católica; son aquellos que han dejado a Dios, ser en su totalidad. Si esta generación pagana, perdida, sumida en una crisis existencial que no económica no ve a Dios, es porque yo no le dejo ser en mi vida.
La Iglesia ─nosotros─ está llamada a dejar que Dios sea en esta generación, para que el mundo pueda ver su existencia. María abrió las puertas de su vida de par en par al decir: hágase; a través de ella este Dios de la historia se hizo carne, se hizo asequible, cercano, real a todo hombre.
Cómo me gusta escuchar al Papa Francisco porque habla desde la verdad con sencillez, pero al mismo tiempo, con autoridad. Ante nuestra sana inquietud de la nueva evangelización, donde intentamos averiguar qué tipo de obras debemos de hacer, como enfocar la predicación, las nuevas tecnologías etc., el Papa Francisco contesta con tres palabras: Jesús, oración y testimonio. Dice a los presentes: “gritáis Francisco, cuando deberíais gritar Jesús”. Si no está Jesús no hay cristianismo. No somos conscientes de que cuando vemos la vida de una santo que nos embelesa, es Jesús el que está viviendo en él o en ella y que es su espíritu el que le permite obrar de esa forma en particular. La oración: si del interior del hombre sale lo malo, también sale lo bueno. Esta sociedad es la sociedad de la estética, de la eficacia, del bien hacer… No nos preocupamos de la vida interior aun sabiendo que Jesús le había dicho a Marta: “María ha elegido la mejor parte”. Nos gusta la eficacia de Marta y sin oración este modo de obrar es limitado. Es necesario la oración porque así brotará de nosotros un agua que llegará hasta la vida eterna. Y si Jesús vive en nosotros y es alimentado con la oración el testimonio es inmediato. Es la virtud sin esfuerzo de la que hablaba San Juan Crisóstomo a los catecúmenos. Porque si nuestro testimonio viene de nuestras ideas ¿de qué sirve?, mas si ─como dice también el Papa─ en nuestra vida se da el Evangelio nuestro testimonio será un Jesucristo viviente en medio de esta sociedad y será un aire fresco, una luz esplendente en medio de la oscuridad, de los miedos, de la esclavitud donde hoy la gente vive.
Dejemos que DIOS SEA EN NUESTRA VIDA, para que el que tienes más cerca de ti conozca el amor eterno e interminable que EL QUE ES tiene por cada uno de nosotros en particular, manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro vivo en ti.