En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.» (Mateo 7, 6. 12-14)
Ni lo perros ni los cerdos distinguen lo que es “de ley”, no son capaces de distinguir entre lo santo y de verdadero valor y lo que habitualmente pisotean en el fango. Pero son violentos y pueden destrozar a cualquiera.
Dios nos ha dado discernimiento a los hombres para ver qué es lo bueno, lo que nos conviene, lo que conduce a la vida y lo que lleva a la perdición. Saber que Dios es Santo y se complace en darnos su santidad, su mismo conocimiento de por dónde caminar y por qué puerta entrar es comprender plenamente la Ley y los Profetas: lo que Dios ha querido revelarnos en ellos.
Nos es de vital importancia vivir con tino para no errar en la andadura de esta jornada; mucha sabiduría hay en las “Coplas” de J. Manrique. Pero tener tino es afinar en la tarea del vivir ordinario. Y afinando, haciendo estrechos, delgados y bien pulidos nuestros proyectos y deseos entraremos por la estrechez del Reino de Dios.
Caminar en la humil dad, hacerse niños, es la más alta cota de nuestro crecimiento humano y sobrenatural. Por el orgullo se nos cerró la puerta del paraíso; por la renuncia a la soberbia se nos abrirá definitivamente. ¡Y todo por el Señor Jesucristo!