Queridos hermanos y hermanas: Vengo con retraso este año no por falta de buena voluntad sino porque el envejecido cuerpo no ha dado por más. He pasado cuatro semanas en el Hospital de San Juan de Dios, aquí en Viena. Me estoy reponiendo de una insuficiencia renal y de una insuficiencia cardiaca, pero ahí vamos tirando del carro hasta que Dios quiera. Me abandono a su voluntad, pero os pido alguna oración que me ayude a superarme a mí mismo entrando con alegría a “lo que Dios quiera”
Cuando el hombre comprenda que Dios anhela al hombre mucho más de lo que el mismo anhela a Dios, entra en la dimensión divina del amor. Ahora podrá seguir el hilo de su vida, que para él ha sido quizá hasta ahora de sufrimiento y de angustia, a llegar al punto central de su existencia porque en realidad no es la respuesta a una pregunta sino que es la respuesta a dos preguntas: en la que el hombre se busca a sí mismo o en la que pregunta de Dios por el hombre. Uniendo las dos preguntas en una sola nos acercaremos al problema existencial del hombre.
Cuaresma nos regala este tiempo de oración, de entrar en nosotros mismos contemplando lo mucho que Él nos ha querido y nos quiere, para poder resucitar con Él a la vida nueva del Resucitado. Es decir en Pascua.
Pascua, paso del Señor en la vida de la Iglesia en este año de la misericordia, siendo misericordioso nosotros mismos para aquellos que quizá hemos menospreciado y quizá hasta odiado. Amar, amando como el Señor en la Cruz: “Padre perdónales porque no saben lo que hacen” excusando siempre el mal que nos han hecho y el mal que nosotros hemos hecho a los demás.
Deseándo para todo y cada uno una santa cuaresma y una Pascua muy feliz
Soy vuestro hermano en Cristo Jesús
Jaime Mestre, pbro.