“Dijo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. SI guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud” (San Juan 15, 9-11).
COMENTARIO
Decían los Padres de la Iglesia que Cristo el Hijo Único de Dios se ha hecho hombre, ha tomado la naturaleza humana para darnos a nosotros la naturaleza divina. Gran intercambio es ese, decían los primeros cristianos, que Cristo siendo verdadero Dios se haya hecho verdaderamente hombre para nuestra salvación, para librarnos de las penas del infierno y llevarnos al cielo. Esta es la buena noticia que los primeros cristianos llevaron a todos los rincones del mundo. Sólo así se entiende el Evangelio, no como un moralismo, no como una religión más con unas leyes que hay que cumplir para salvarse, sino como una Buena Noticia. Él ha muerto por nosotros, nuestros pecados han sido crucificados en la cruz de Cristo, y en su Resurrección hemos sido justificados al recibir el Bautismo, gratis, y por eso sabemos que no moriremos, que hemos recibido la vida eterna de su naturaleza divina, y al morir iremos con él al cielo que nos tiene reservado el Padre celestial desde el primer día de la creación.
Y este amor de Cristo por nosotros, este amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, este amor del Espíritu Santo se nos ha derramado gratis a sus discípulos en nuestros corazones, y sólo así podemos permanecer en su amor. No por moralismo, no por compromiso, sino como un don gratuito del cielo. ¿Cómo no guardar sus mandamientos? ¿Cómo no permanecer en su amor? Gracias sean a Dios Padre que nos ha redimido en Jesucristo y nos concede gratis este amor del Espíritu Santo. ¿Cómo no correr por el mundo a anunciar esta noticia, esta Buena Noticia en las calles y en las plazas? ¿Cómo callar esta alegría?
“Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud” dice Jesús a sus apóstoles, y nos dice Jesús a nosotros sus discípulos hoy. Y esta alegría no la podemos callar y ocultar a todos los hombres. Corramos a las plazas este tiempo de Pascua a anunciar la Buena Noticia.