«En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano”. Pero el Señor le contestó: “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán”». (Lc 10,38-42)
El evangelio de San Lucas presenta a Jesús como el salvador de Israel y de los gentiles, como el salvador del mundo. Este pasaje que hoy comentamos y con el que Jesús inicia el viaje hacia Jerusalén nos presenta a Jesús que es recibido en casa por dos hermanas, Marta y María. Una sigue con las tareas cotidianas de atender el momento que está viviendo, atender al huésped para que no le falte de nada, y la otra, María, que se para y adopta una postura nueva ante Jesús, se sienta a sus pies para escuchar lo que dice. La dinámica de esta escena me parece curiosa pero, eso sí, contraria a las interpretaciones más o menos habituales de enfrentamiento entre el trabajo y oración. Jesús no ha venido a enfrentar sino a dar plenitud.
Según Lucas, el Dios que actúa en la edificación de la Iglesia es el Dios creador. Es el Dios “que da a todo la vida y el aliento” es el Dios “en el que vivimos, nos movemos y existimos” Es el Dios que se reveló primeramente a Israel y es el mismo que revela y anuncia a Jesús desde el principio. Por lo tanto si aceptamos que Jesús es la manifestación plena de Dios, que se hace hombre y se presenta ante los hombres como acontecimiento nuevo y único, estamos en situación para comentar este pasaje espléndido del Evangelio de San Lucas.
i hacemos un paralelismo entre Marta y las personas de todos los tiempos veremos que la actualidad del pasaje es real; nos pasamos los días atendiendo nuestras obligaciones diarias: levantarnos de la cama, arreglar la habitación, asearnos, ir al trabajo, atender a la familia, leer, hacer deporte, ir al teatro, al cine, ver museos, salir de viaje y tener tiempos de ocio y descanso.
Esto es más que suficiente para que estemos ocupados, preocupados, saturados, estresados y tan desbordados que no podemos ver otra cosa que no sea nuestro mundillo. Esto, dicho para personas que vivimos en países como España y su entorno; vivido en países menos desarrollados, solo con buscar la manera de comer ya se tiene más que suficiente para estar ocupados y preocupados.
En esta situación, para Lucas, como evangelista de la salvación y que presenta a Jesús como el acontecimiento principal, Jesús ha venido a salvar al mundo, ha venido a dar plenitud a la humanidad. Esta presencia de Jesús invita a cambiar de rumbo. María se da cuenta desde el principio de que Jesús es un acontecimiento nuevo en su vida y Marta lo descubre más tarde, cuando se da cuenta de que se cansa por el quehacer diario. Con Jesús viene la salvación, esta es la catequesis del evangelista Lucas, la salvación para las dos hermanas, y con ellas para la humanidad, para mí que escribo estas líneas y para ti que las lees.
Con Jesús se abre el cielo; ahora no solo existe el trabajo diario y la vida ya no se reduce a nacer, crecer, desarrollarse y morir. Ahora se puede descubrir al otro y a los otros, a los que son diferentes a mí, al que piensa de otra manera. Ahora, además de trabajar y atender a diario, se puede escuchar, se puede acompañar, se puede cuidar, se puede enseñar, se puede aprender a no buscar lo nuestro, a no buscar la ira, a no ser injusto, a ser paciente, a ser servicial, a no guardar rencor, a poder amar como Dios mismo nos ama en la persona de Jesús.
Ahora entendemos por qué Jesús le dice a Marta que anda inquieta y preocupada por muchas cosas, porque es lo mismo que nos pasa a nosotros, que andamos preocupados por muchas cosas y nos perdemos la oportunidad de salir de nosotros mismos y encontrarnos con Jesús que viene a visitar nuestra casa. Esta es la salvación que nos presenta San Lucas en estos versículos.
Alfredo Esteban Corral