La representación de la escena del Nacimiento de Jesús, que celebramos el próximo día 25, tiene su origen en las pinturas de las catacumbas de los cristianos en los primeros siglos de nuestra era. La más antigua data del año 380 y se halló en 1877 en una cámara mortuoria en Roma.
- La mayor parte de la iconografía de los belenes la hallamos en
- el arte, además de en los evangelios apócrifos
La representación iconográfica de los belenes es abundante. El comúnmente llamado «Nacimiento», que se monta en los hogares por estas fechas, tiene un origen que podríamos situar en el siglo XIII y que se ha mantenido intacta hasta nuestros días.
– La costumbre de montar el nacimiento
La representación más antigua de que tenemos conocimiento data del año 380 aproximadamente y fue descubierta en 1877 en las catacumbas de San Sebastián, en Roma, en una cámara mortuoria perteneciente a una familia cristiana. Aunque todo apunta a que el momento en que esta noble tradición cobró fuerza fue el año 1223, una noche especial vivida en la localidad de Greccio, en Italia, donde Francisco de Asís quiso evangelizar a los campesinos representando el misterio de la Navidad en una gruta en mitad de un bosque, un pesebre donde colocó la figura de Jesús niño y a donde llevó a una mula y un buey vivos, de ahí que pueda considerarse como punto de arranque para su difusión planetaria.
Durante la Edad Media, al margen de la representación plástica, se desarrollaron los Misterios, que se representaban en las iglesias como parte de la liturgia: la Anunciación, Adoración de los pastores y la de los Magos de Oriente eran las más representadas. Sobre la presencia de la mula y el buey, no existe sobre ellos una referencia en los Evangelios y su aparición tiene que ver con referencias en el Antiguo Testamento y en algunos textos apócrifos.
– El «portal» y el pesebre
El Evangelio de Lucas señala que María, después de dar a luz a su hijo, «lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento» (Lc 2,7). La palabra «pesebre» sugiere que el sitio donde nació Jesús era un espacio para guardar el ganado. En cambio, el «aposento» designa la habitación más espaciosa de las casas, que podía servir como salón o cuarto de huéspedes. Posiblemente, el evangelista quiera señalar con sus palabras que ese lugar noble y concurrido no permitía preservar la intimidad del acontecimiento. San Justino afirma que nació en una cueva y tanto Orígenes como los evangelios apócrifos refieren lo mismo.
El establo en el que nació Jesús era una cueva en la que no faltaba un lugar donde dejarle la comida al ganado: un pesebre, que en ese caso estaba tallado en la roca viva (aunque también los había de madera) que en Belén es particularmente fácil de trabajar. El de la gruta de la Natividad tiene forma rectangular y forma un hueco donde se guardaba el alimento que se daba a las bestias: no heno, que no había, sino paja mezclada con un poco de cebada. En ese lugar colocó María al Niño, envuelto en pañales (Lc 2,7).
– El castillo de Herodes
En el horizonte de Belén todavía hoy se divisa la inconfundible silueta del Herodium, un palacio-fortaleza que Herodes había construido. El historiador Flavio Josefo habla de la crueldad del monarca, que nada más acceder al trono, en el año 38 a.C., hizo que fuera degollado Antígono, pariente de su esposa, que era el más directo aspirante al título. Después asesinó a toda la familia que rivalizaba con él por el reino, incluyendo al abuelo y al hermano de su mujer, Aristóbulo III, que era Sumo Sacerdote, al que ahogó en unos baños. Después mató a su mujer Mariamme, y a tres de sus hijos, siempre por miedo a que le arrebatasen el trono. No es, pues, de extrañar, que cuando oyó hablar de que en Belén había nacido el rey de los judíos, su reacción fuera tan cruel como la que relata el evangelio de San Mateo.
– Las casas de Belén
La aldea donde vino al mundo Jesús era una población pequeña, poco más de un puñado de casas salpicadas en la ladera de una colina, ocho kilómetros al sur de Jerusalén. Al pie de la loma se abre un extenso llano donde se cultivan trigo y cebada, por eso el pueblo recibió el nombre de Bet-Léjem, palabra hebrea que significa «Casa del pan». Según una vieja tradición, en esos campos Booz había conocido a Rut, la moabita. Su bisnieto, el rey David, nació allí. A comienzos del siglo I se vivía del cultivo de cereales y del pastoreo de rebaños en las zonas más áridas de la región, en el límite con el desierto de Judea. Las casas eran muy sencillas, de adobe, y aprovechaban las cuevas del terreno para resguardar el ganado y recoger sus aperos. No serían muy distintas de las grutas que se representan en los belenes, con animales, paja y herramientas de trabajo.
– Los magos y la estrella
Entre los sucesos ligados al nacimiento de Jesús el Evangelio de Mateo menciona que unos magos llegaron a Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle» (Mt 2,2). Desde hace tiempo los estudiosos de la Biblia se han preguntado qué fenómeno pudo ocurrir en el firmamento para que fuera interpretado por estos hombres como una señal divina. Las hipótesis que se han barajado son, sobre todo, tres:
1.-Kepler (S.XVII) hablaba de una estrella nueva, una supernova: un cuerpo muy distante en el que se produce una explosión de modo que, durante unas semanas, tiene más luz y es perceptible desde la Tierra.
2.-Un cometa, pues siguen un recorrido regular, aunque elíptico, alrededor del sol: en la parte más distante de su órbita no son perceptibles desde la Tierra, pero si están cercanos pueden verse durante un tiempo.
3.-Una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno. También Kepler llamó la atención sobre este fenómeno periódico, que, según parece, pudo darse en los años 6 ó 7 antes de nuestra era, es decir, en la fecha que se considera más posible para el nacimiento de Jesús.
A la medida de cada uno
– Bíblico
Se trata del belén clásico, el de toda la vida. De colores sobrios y con plantas naturales y agua real. Trata de reproducir los elementos propios de la época en la que nació Cristo, así como el lugar con todo tipo de réplicas de casas, animales, vestimentas… Se desarrolla cuando los estudios van sacando a la luz todos los detalles del pasado, en el siglo XVIII.
– Típico o tradicional
Cada cultura y región adaptan el paisaje a lo que conoce. Sea donde sea, aquí se podrían englobar los nacimientos más exóticos que reinventan el belén en culturas africanas, orientales y amerindias. De este tipo sería el pesebre napolitano del Palacio Real, con vestimentas del Nápoles de Carlos III u otros en los que se colocan casas y animales locales.
– Ornamental
De cristal, hecho con latas de refresco, dentro de una botella, en el capó de un coche, de plastilina… Existen tantos tipos de belenes como queramos imaginar, por ello, el ornamental es, sin duda, el tipo de pesebre más libre. Su carácter artístico hace que la única regla consista en seguir la creatividad de cada uno y no fijarse metas en ser fiel a la realidad.