«No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.» Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.» Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. (Juan 14, 1-12)
Yo como Tomás también te he hecho muchas veces esa pregunta a lo largo de mi vida ¿Cómo puedo saber el camino? Es decir… ¿Qué hacer? ¿Qué debo decir? ¿Qué decisión tomar? ¿Cómo debo comportarme?…etc y qué fácil me pones hoy esta respuesta porque ya descubrí hace tiempo que verdaderamente Tu eres el Camino la Verdad y la Vida, y que basta contrastar mis interrogantes contigo para saber decidir.
¿Cómo obrarías tú si vivieras dentro de mi. ¿Qué respuesta darías a los que me preguntan? ¿Qué harías tú si fueras yo por aquellos que me rodean?…Por eso Señor yo quiero que en este día vayas conmigo. Dentro de mi. Que me hables. Que me aconsejes, que me alientes en mis sufrimientos. Que me llenes ante las adversidades de tu alegría. Que pueda disfrutar de todas las maravillas que pones a mi alrededor en este dia. No dejes tú Señor de ser mi Luz y mi guía. Ayúdame a portarme bien, a ser un digno discípulo tuyo; que el amor con que tanto me has amado pueda compartirlo con mis compañeros de viaje en este dia. Dame de tu alegría, de tu sonrisa, de tu esperanza… Dame el discernimiento que necesito en este dia para poder hacer tus obras, las que sin ti jamás podría hacer.
Querido compañero de viaje que tú también tengas un “Buen dia con el Señor!