“Como la cierva sedienta busca las corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi Dios.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente: ¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi único pan de día y de noche, mientras me preguntan sin cesar: «Dónde está tu Dios?»
Al recordar el pasado, me dejo llevar por la nostalgia: ¡cómo iba en medio de la multitud y la guiaba hacia la Casa de Dios, entre cantos de alegría y alabanza, en el júbilo de la fiesta!
¿Por qué te deprimes, alma mía? ¿Por qué te inquietas? Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias, a él, que es mi salvador y mi Dios
Mi alma está deprimida: por eso me acuerdo de ti, desde la tierra del Jordán y el Hermón, desde el monte Misar.
Un abismo llama a otro abismo, con el estruendo de tus cataratas; tus torrentes y tus olas pasaron sobre mí.
De día, el Señor me dará su gracia; y de noche, cantaré mi alabanza al Dios de mi vida.
Diré a mi Dios: «Mi Roca, ¿por qué me has olvidado? ¿Por qué tendré que estar triste, oprimido por mi enemigo?».
Mis huesos se quebrantan por la burla de mis adversarios; mientras me preguntan sin cesar: «¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te deprimes, alma mía? ¿Por qué te inquietas? Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias, a él, que es mi salvador y mi Dios”.
¿Cómo es posible? Me había comprometido a escribir unas líneas sobre un Salmo que de alguna forma fuera especial para mí, y empiezo ahora, con el tiempo casi cumplido.
Pero era necesario, es Dios quien lleva la historia. Hace unas horas he llegado de Israel donde, entre otras muchas cosas, he podido estar en la Fuentes del Jordán, en su nacimiento, donde se inspira el salmista para hacer este salmo 42.
En la Biblia se titula “Lamento del Levita desterrado”. El Pueblo de Israel marcha al destierro, y al pasar por esta parte de la Alta Galilea, por las cascadas que en esta zona forma el Río Jordán, recuerda con añoranza la presencia de Dios en medio de su pueblo, en el Templo de Jerusalén.
Si hay algo que me impresiona de los salmos en general, y de éste de forma muy especial, es ver cómo Dios ha inspirado esta oración tan pegada a mi realidad.
¡Cuántas veces ha brotado de mis labios este Salmo! ¡Cuántas veces he experimentado esta lejanía de Dios de mi vida, y el grito interior del enemigo: ¿Y ahora, donde está tu Dios?
Dos veces. Dos veces con una violencia inusitada ha venido el tentador con esta cantinela. Mi hija Rocío, recién cumplidos los dos años, a causa de las secuelas de una Sépsis Meningocócica que casi le cuesta la vida, hubo de ser operada, amputándole sus dos piernas. Mi hijo Guillermo, con cuatro meses, murió por esta misma enfermedad.
¿dónde está tu Dios?
Mi Dios esta en medio de esta Historia, dándole sentido. Mostrándonos su amor Paternal/Maternal con nosotros.
Ayudando a Rocío (que hoy cumple doce años) a ser una mujer de carácter, con alegría de vivir; sólo le han cortado las piernas, en modo alguno, la posibilidad de ser feliz.
Ha allanado los caminos. Echo la vista a atrás y en estos diez años Dios nos ha llevado sobre alas de águila. Ha sido fiel.
En medio del dolor por la muerte de Guillermo (que el próximo lunes cumpliría tres años), del sin sentido y la crisis que experimenté, Dios estaba actuando, dando hondura a mi fe y consolidando nuestro matrimonio y nuestra esperanza en la vida eterna.
Si Cristo no ha Resucitado, vana es nuestra fe.
Con cuatro meses, recién bautizado, tengo la seguridad de tener un hijo Santo en el cielo intercediendo por nuestra familia. Tengo una hija con dos pies en el cielo y un hijo de cuerpo entero.
Espera en Dios, que volverás a alabarlo.
“Acabada toda tentación, el Diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno…” (Lc 4, 13)