¿Es irracional creer en Dios? Tanto en el pasado como hoy día, son muchos los científicos que colaboran en el desarrollo de la ciencia moderna y defienden la existencia de Dios. Como un eco del recién clausurado Año Internacional de la Química 2011, presentamos un hecho concreto que demuestra que ciencia y religión son compatibles en plena actualidad: la vida de Laura Iglesias, una pionera de la química-física española, que vive su fe según el carisma del Camino Neocatecumenal, surgido en el seno de la Iglesia Católica
Nació en Benavente (Zamora) en 1926, en el seno de una familia católica de ocho hermanos. Química experta en espectroscopía atómica, ha desarrollado la mayor parte de su actividad científica en el Instituto de Óptica “Daza de Valdés” del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.), y su actividad docente en la Universidad Complutense de Madrid.
Trasladada la familia a Madrid, Laura Iglesias obtuvo el título de maestra de Primera Enseñanza -profesión que ejerció en varias provincias-, el título de Perito Mercantil, y por fin el de licenciada en Ciencias Químicas (1950), doctorándose con posterioridad con Premio extraordinario (1953). La tesis doctoral se la dirigió nada menos que Miguel Catalán, auténtica leyenda de la Edad de Plata de la ciencia española. Poco después obtuvo una beca en la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), donde habían trabajado varios premios Nobel, entre ellos Albert Einstein. Allí permaneció desde octubre de 1958 hasta febrero de 1959.
De estos cinco meses guarda muy buenos recuerdos, algunos de ellos tan sorprendentes como que no había mujeres en todo el claustro ni en el campus, salvo la profesora de ruso. Cuando las esposas de los profesores le invitaban a tomar te y le preguntaban “¿Y su marido de qué da clase?”, se quedaban de plástico cuando les contestaba que era científica.
Los espectroscopios que utilizó tenían la posibilidad hacer fotografías, permitiendo así generar un valioso material que luego fue utilizado en España para continuar la investigación y facilitar la elaboración de tesis doctorales. Poco después se trasladaría a Washington para trabajar contratada en el National Bureau of Standards.Tras rechazar varias ofertas en Estados Unidos volvió a España, vinculándose de nuevo al CSIC, donde alcanzó la máxima categoría científica en 1971. En 1963 obtuvo el diploma de traductor de Inglés, y en 1965, el de traductor de Francés.
“la ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega”
Ya en España, su actividad científica en el CSIC ha estado centrada en la obtención y observación de espectros de elementos de transición de interés astrofísico, útiles para conocer el movimiento de las estrellas, y otros elementos pesados del sistema periódico. En los espectros determinaba los valores de sus niveles de energía, el origen energético de sus líneas, el potencial de ionización del ión correspondiente, así como las configuraciones electrónicas previstas teóricamente en cada caso y sus interacciones entre sí, especializándose en espectroscopía atómica, con especial dedicación a términos espectrales, configuraciones electrónicas, etcétera. Era tal su dedicación y rigor científico que logró describir, entre otros, los espectros del niobio II y III, vanadio II, oro III, rodio III, molibdeno III y V, tungsteno IV, y manganeso II. Estudio este por el que la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales le concedió en 1964 el Premio González Martí.
Sus trabajos han sido publicados en importantes revistas científicas de prestigio internacional, y presentados a multitud de congresos nacionales e internacionales organizados por la Real Sociedad Española de Física, la European Group for Atomic Spectroscopy, en los que ha sido invitada a presidir numerosas sesiones y dar conferencias.
En cuanto a la actividad docente, Laura Iglesias fue profesora ayudante (agosto 1953-julio 1957) y profesora adjunta de Estructura Atómico-Molecular y Espectroscopía de la Universidad Complutense de Madrid, tal y como figuraba en su contrato, por amor al arte, es decir, sin cobrar, lo cual equivaldría a lo que en la actualidad se denomina profesor honorario. Se ha instituido un premio a la divulgación científica que lleva su nombre, otorgado por la Consejería de Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla León, en colaboración con el Museo de la Ciencia de Valladolid. Desde su jubilación en 1992, que según ella misma terminó con la escuela de espectroscopía atómica de Madrid fundada por Miguel Catalán, vive en Madrid, donde ha sido entrevistada en varias ocasiones y cedido material de su archivo personal.
Habiendo recibido las catequesis del Camino Neocatecumenal por el propio Kiko Argüello en San Antonio de la Florida (Madrid), acabó dicho itinerario en la parroquia de Santiago y San Juan Bautista (Madrid). Al ser preguntada sobre la compatibilidad entre ciencia y fe, no duda en afirmar que no solo son compatibles sino que se complementan, como afirmó Benedicto XVI, en consonancia con todo el Magisterio de la Iglesia, durante la JMJ 2011 en El Escorial, frente a los profesores universitarios. Nunca su actividad científica ha sido un obstáculo para vivir su fe, antes al contrario, esta ha salido reforzada.