El 23 de octubre de 1988, Juan Pablo II beatificaba en la Basílica de S. Pedro al danés Niels Stensen, definiendo el Papa su vida como “un incansable peregrinar hacia la verdad, tanto científica como religiosa”. Siendo este un claro ejemplo de personificación del posible diálogo entre la ciencia y la fe, me parece recomendable dar a conocer algunos de sus rasgos biográficos a fin de que profesores y catequistas puedan difundirlos con fines apologéticos.
Niels Stensen (o Nicolaus Steno, versión latina de su nombre) nació en Copenhague el 10 de enero de 1638. Hijo de un pastor luterano, inició sus estudios de matemáticas, ciencias naturales e idiomas en su ciudad natal. Son los estudios de anatomía los que sobre todo cautivan su inteligencia, por lo que en 1660 se traslada a Holanda para ampliar sus investigaciones. Allí descubre el conducto exterior de la glándula salival parótida (conducto de Steno) y hace la primera descripción completa del aparato lacrimal. Capitales son sus trabajos sobre los músculos: función de los intercostales (“levatores costarum”), condición muscular de la lengua y del corazón (“cor vero musculus est”), estructura fibrilar de las masas musculares, etc.
Vuelve a su patria en 1664, y, al negársele una merecida cátedra, marcha a París donde estudia Química con Pierre Borel y entabla amistad con Thévenot, Viaja por Austria y Hungría, y finalmente, en 1667, se instala en Florencia donde vive protegido por el gran duque Fernando II, ejerciendo como médico de la corte. Y es ahí donde nace su afición a la geología. Detengámonos en esta faceta, pues su descripción de los estratos geológicos le ganó el titulo de “padre de geología moderna”.
de todo se sirve Dios
Sus investigaciones en esta materia tuvieron un insólito comienzo. Un pesquero francés había hallado un enorme tiburón, de 1400 kilos de peso. Steno, ya famoso por su destreza como médico disector, fue llamado para realizar dicha tarea. Desde el primer momento se sintió fascinado por la forma y tamaño de los dientes del tiburón, a causa principalmente del extraño parecido de los mismos con unas piedras (“glossopetrae” o “piedras lengua”) que los malteses extraían de debajo de la tierra y aun del interior de ciertas rocas. La comparación de unos y otros cuerpos llevó a Steno a la conclusión de que eran ambos un mismo objeto: dientes de tiburón. Pero se abrían así nuevos interrogantes acerca de la presencia de fósiles en rocas y lugares tan alejados del mar.
Dos años pasó Steno investigando y adentrándose en un terreno completamente desconocido para la ciencia de la época. Sus predecesores asumían con Aristóteles que el pasado de la Tierra era esencialmente ininteligible, pero Steno se atrevió a afirmar que era posible reconstruir la historia del mundo a partir de las rocas, y con todo entusiasmo se aplicó a la tarea de desentrañar tal historia.
Fruto de sus estudios fue la publicación en 1669 de su obra más famosa, el “Pródromo”. En ella Steno propone tres leyes o principios que constituyen los fundamentos sobre los que se asienta la Geología. El primero de ellos, principio de superposición, afirma que los depósitos sedimentarios se forman secuencialmente, de tal modo que las capas inferiores son las más antiguas, y van perdiendo edad hasta la capa más reciente, la que se encuentra en la superficie. El segundo principio es el de horizontalidad, que identifica la capa inferior de una secuencia estratigráfica como aquella en la que se han depositado las partículas de mayor tamaño. Finalmente, el principio de continuidad establece que cuando los dos lados de un valle presentan los mismos sustratos rocosos, hemos de asegurar que ambos estuvieron originariamente unidos como capas continuas, y que la aparición del valle es un fenómeno geológico posterior.
modelo de ciencia y trascendencia
Criado como luterano en Dinamarca, Steno creció convencido de que la fe católica era una forma adulterada de cristianismo y, como resultado, que los católicos tendían a la corrupción personal. No obstante, durante su estancia en Italia conoció a católicos que cambiaron su estereotipo. Queriendo descubrir la verdad, Steno estudió la Biblia en sus idiomas originales y leyó los grandes escritores cristianos de los primeros siglos. Llegó a la conclusión que la fe católica era la verdadera, pero le era difícil separarse emocionalmente de la fe que había aprendido desde niño.
Al igual que S. Agustín interpretó la voz de Dios en aquella voz infantil repitiendo “Toma y lee; toma y lee”, así Steno, andando un día por una calle de Florencia, escuchó a una señora desde una ventana que le decía : “No vaya por ese lado, señor; vaya por ese otro lado.” La mujer le estaba dando indicaciones prácticas, pero Steno las tomó en un nivel más profundo, reflexionando y orando sobre ellas. Poco después se decidió y solicitó ser recibido en el seno de la Iglesia Católica. Eso sucedía en 1667, cuando Steno tenía 29 años de edad.
Efectuó algunos viajes científicos y pasó dos años en Copenhague como catedrático de anatomía; posteriormente regresó a Florencia. Sin embargo, y a pesar de encontrarse en la cúspide de su carrera científica, cada vez le atraía más la vida espiritual y el deseo de contribuir con todas sus fuerzas por la unión de todos los cristianos. Finalmente, sintiendo claramente la llamada de Dios, se ordenó de sacerdote en 1675. Dos años después el Papa Inocencio XI, que confiaba mucho en él tanto por la fama bien merecida de científico como por la sinceridad demostrada de su conversión, lo llama para comunicarle que quiere consagrarle como obispo y enviarle como vicario apostólico a las regiones del norte de Europa inmersas en el protestantismo.
Él obedece y, desde 1677, ejercerá su ministerio episcopal a lo largo de los diez últimos años de su vida. Grandes fueron sus sufrimientos en aquel medio totalmente luterano, en el que se hizo valer por su prestigio científico y por su vida pobre y sacrificada. Murió santamente en Schwerin (Alemania) el 25 de noviembre de 1686, siendo obispo de dicha ciudad. Su tumba se encuentra en la Basílica de San Lorenzo de Florencia. En 1881 se celebró en Bolonia el II Congreso Geológico Internacional y, como homenaje a Steno, se instaló una placa conmemorativa en el claustro de dicha Basílica florentina.
Curiosamente, un sobrino-nieto de Steno, Jacob Winslow, se convirtió al catolicismo influido por la vida ejemplar de su tío-abuelo, llegando a escribir una biografía de su antepasado que publicó en 1722.
En 1938 un grupo de admiradores daneses acudió al Papa Pío XI solicitando la introducción de su causa de canonización.
Juan Pablo II el día de su beatificación dijo: “Niels Stensen nos desafía sobre todo como europeo, creyente, cristiano, converso, pastor de almas y misionero”. Y podríamos añadir nosotros: y notable científico.