«Yace aquí Miguel de Cervantes Saavedra». La inscripción se puede leer sobre el monumento funerario que hoy se ha inaugurado en Madrid en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid. El ilustre escritor descansa ya en el lugar donde siempre quiso hacerlo. El Vicario de Vida Consagrada del Arzobispado de Madrid, Joaquín Martín Abad, ha rezado un responso por el autor de Don Quijote
Miguel de Cervantes descansa, desde esta mañana, en el lugar en el que siempre lo quiso hacer, el convento de las trinitarias descalzas de Madrid. Ésta fue su última voluntad en agradecimiento a los Trinitarios que le liberaron de los cinco años y medio de cautiverio que el escritor de Don Quijote pasó en Argel.
La alcaldesa de Madrid, Ana Botella; el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva; el General de Brigada, Antonio Nadal Pérez; y el Vicario de Vida Consagrada del Arzobispado de Madrid, Joaquín Martín Abad; han inaugurado un monumento conmemorativo que alberga los restos hallados en la cripta del convento.
En su intervención, la alcaldesa en funciones alabó a Cervantes del que dijo que «fue un hombre al que ni los más terribles tormentos ni privaciones alejaron de sus creencias, tan estrechamente ligadas a su profunda confianza en el ser humano y a su inquebrantable amor a la vida y a la libertad».
Por su parte, el Vicario de Vida Consagrada, Martín Abad, quiso, durante su intervención, «dar las gracias a las monjas trinitarias» y recordó al escritor a través de sus palabras. «No resulta extraño sospechar que Cervantes se despidiera del Quijote y esto supusiera un avance de la despedida que él mismo quiso: ¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres», dijo el Vicario. «La sensatez no consistió solo en haber pasado de la locura de Don Quijote a la cordura de Alonso Quijano, sino también en el agradecimiento a Dios por su perdón, su misericordia sin límite y el sacramento de la penitencia que, si Don Quijote lo recibió en el capítulo LXXIV, don Miguel de Cervantes lo recibió con los últimos sacramentos, bien cerca de este lugar», aseguró.