«Estaré orgullosa de sacrificar mi vida por Cristo»
Escribo a los hombres y las mujeres de buena voluntad de España, desde mi celda sin ventana, en el módulo de aislamiento de la prisión de Sheikhupura, en Pakistán. Llevo encerrada aquí desde el mes de junio de 2009. Me han condenado a morir en la horca por blasfemar contra el profeta Mahoma. Dios sabe que es una sentencia injusta y que mi único delito, en este mi gran país al que tanto amo, es ser católica. No sé si estas palabras verán la luz y llegarán a ser leídas por alguien al otro lado de los muros de esta cárcel. Si el Señor misericordioso quiere que así sea, pido a los españoles que recen por mí e intercedan ante el Presidente de mi hermoso país para que me permita recuperar la libertad y volver a reunirme con mi familia, a la que tanto echo de menos.
Estoy casada con un buen hombre llamado Ashiq Masih y, juntos, tenemos cinco hijos que son una bendición del Cielo… : un varón, Imran, y cuatro chicas, Nasima, Isha, Sidra y la pequeña Isham. Solo quiero volver a estar con ellos, a ver sus sonrisas y devolverles la paz. Están sufriendo por mí, al verme encerrada y privada de justicia. Temen por mi vida, pues la sentencia que me condena a morir ahorcada es firme y un indulto puede evitar que acabe ejecutándose. Un juez, el honorable Naveed Iqbal, entró una mañana en mi celda, después de condenarme a una muerte horrible, y me ofreció revocar la sentencia si me convertía al Islam. Yo le agradecí de corazón su buena intención, pero también le dije, con toda la claridad de la que soy capaz, que prefiero morir como cristiana que salir de prisión siendo musulmana. «He sido juzgada por ser cristiana», le dije al señor juez. «Creo en Dios y en su enorme amor. Si usted me ha condenado a muerte por amar a Dios, estaré orgullosa de sacrificar mi vida por Él», le dije.
Dos hombres justos han sido asesinados por pedir justicia y libertad para mi persona. Su destino me desgarra el corazón. El Gobernador de mi región, Punjab, el señor Salman Taseer, fue asesinado el 4 de enero de 2011 por un miembro de su escolta, simplemente porque pidió a las autoridades del Gobierno que me pusieran en libertad y se opuso a la ley sobre la blasfemia que rige en Pakistán. Dos meses después, un ministro del Gobierno, el señor Shahbaz Bhatti, cristiano como yo, fue asesinado por la misma causa. Rodearon su coche y le dispararon con ensañamiento hasta darle muerte. Me pregunto cuántas personas más tienen que morir por causa de la justicia. Rezo a todas horas para que Dios misericordioso ilumine el juicio de nuestras autoridades y sus leyes restablezcan la antigua armonía que siempre reinó en mi gran país entre las personas de distintas religiones. (…)
Sentí una gran emoción al conocer que el Santo Padre Benedicto XVI había pedido mi indulto. Dios me conceda vivir para peregrinar a Roma y agradecérselo personalmente. Ahora pienso en mi familia. Lo hago a todas horas. Vivo con el recuerdo de mi esposo y de mis hijos, y pido a Dios misericordioso que me permita volver a reunirme con ellos. No sé si esta carta llegará a tus manos, amigo o amiga española. Si así fuera, acuérdate de que hay personas en el mundo que son perseguidas por su fe y, si está en tu mano, pide por nosotros al Señor y escribe al Presidente de Pakistán rogándole por que me permita volver a estar con mi familia (…)
Se acerca la Navidad, y aunque Ashiq está convencido de que Dios protege a su mujer, reconoce que le cuesta celebrar estos días. Aun así, hace un esfuerzo, porque «es la fiesta en que celebramos la magnífica noticia del nacimiento del Rey de la paz, Jesucristo; es tiempo de esperanzas y alegrías» y también de «perdonar todas las ofensas».
Su mujer -dice- «está bien, dadas las circunstancias, y «se siente orgullosa» de padecer por su condición de cristiana. El aislamiento en la prisión «es por su seguridad», a lo que han accedido las autoridades -afirma- debido a la presión internacional.
En medio de las penurias y las amenazas constantes, Dios ha puesto también en el camino de esta familia a buenos samaritanos. Algo que no quiere dejar de agradecer en particular Ashiq es la cercanía que le han mostrado los cristianos de Pakistán y de todo el mundo, «comprometidos en rezar con nosotros por la libertad de Asia Bibi».