El Papa ha secundado durante el rezo del Ángelus la iniciativa de los obispos italianos, que este domingo habían convocado la Jornada por la vida con el lema Mujeres y hombres por la vida en la huella de Santa Teresa de Calcuta
«Llevemos adelante la cultura de la vida como respuesta a la lógica del descarte y al descenso demográfico; estemos cercanos y juntos recemos por los niños que están en peligro por la interrupción del embarazo, como también por las personas en fin de vida». Este ha sido el mensaje del Papa en el día en que los obispos italianos celebraban la Jornada de la Vida, con el lema tema Mujeres y hombres por la vida en la huella de Santa Teresa de Calcuta.
La santa fundadora de las Misioneras de la Caridad fue conocida por su firme condena del aborto, y también por su testimonio con los moribundos pobres de la India, a quienes se esforzaba por devolverles su dignidad arrebatada.
«Me uno a los Obispos italianos en el desear una valerosa acción educativa en favor de la vida humana. Cada vida es sagrada», dijo el Papa. «Estemos cercanos y juntos recemos por los niños que están en peligro por la interrupción del embarazo, como también por las personas en fin de vida: cada vida es sagrada. Para que nadie sea dejado solo y el amor defienda el sentido de la vida. Recordemos las palabras de Madre Teresa: “¡La vida es belleza, admírala; la vida es vida, defiéndela!” Ya sea con el niño que está por nacer, que con la persona que está cercana a morir: ¡cada vida es sagrada!».
Al comentar el pasaje evangélico del día, en el que Jesús les dice a sus discípulos que ellos son «la sal de la tierra», Francisco afirmó que «la misión de los cristianos en la sociedad es dar sabor a la vida con la fe y el amor que Cristo nos ha donado y, al mismo tiempo, mantener lejos los gérmenes contaminantes del egoísmo, de la envidia, de la maledicencia, y demás. Estos gérmenes arruinan el tejido de nuestras comunidades, que deben en cambio resplandecer como lugares de acogida, de solidaridad y de reconciliación».
«Cada uno de nosotros está llamado a ser luz y sal en el proprio ambiente de la vida cotidiana», añadió, no sin advertir de que la fe «puede debilitarse si no la alimentamos con el amor y con las obras de caridad».