Si tú nos descubres, Padre, aspectos de nuestra vida que nos alejan de Ti es porque solo Tú sabes que el corazón de los hombres se cansa, se agota y busca vivir la vida sin Ti. Y a pesar de conocer la infidelidad inmensa con que pagamos tu amor, nos ofreces cada día un nuevo pacto, un encuentro, una cita, una alianza, un estar juntos de nuevo sin volver la vista atrás.
Cada vez que nos perdonas, nos enseñas tus dos manos y nos repites paciente que hace mucho decidiste grabar nuestro nombre en ellas. Y que no importa las veces que tengas que levantarnos. Que tu infinita paciencia esperará por nosotros, en cada nueva caída.
Y que nuestra historia juntos empieza cada mañana sin memoria, sin recuerdos, y sin caminos andados. Y en esta respuesta tuya incondicional, perpetua nos robas el corazón. Y sentimos cada día que nuestro corazón débil vuelve de nuevo al Camino.
Y que, en cada perdonar logras acortar distancias entre tu amor y nosotros. Y nos ganas para ti.
“Te digo que quedan perdonados sus muchos pecados porque amó mucho, mas a quien poco se perdona, poco ama” (Lc 7, 47)