En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un signo tuyo.»
Él les contestó: «Esta generación perversa y adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.» (San Mateo 12, 38-42).
COMENTARIO
En la buena noticia que nos trae la Palabra de hoy destaca la actualidad que tiene esta palabra en nuestra vida, a saber: el hombre de hoy descreído, ateo, agnóstico, pragmático; lo mismo que el hombre de ayer, escribas y fariseos, preguntamos y queremos ver señales para saber cuál es el camino a seguir y qué es lo que da sentido a nuestra vida.
Todos de una manera u otra hemos sido educados para ser autosuficientes y valernos por nosotros mismos. Cuidar de nuestra salud, invertir en nuestras relaciones con los demás, establecer una visión positiva sobre uno mismo y vivir nuestros propios propósitos, valores y sueños, pero he aquí, que experimentamos todos los días nuestras limitaciones. La primera es que existe la enfermedad y no somos eternos, solo vivimos en un espacio y en un tiempo; la segunda es que creemos que podemos querer o amar a las personas que nos rodean y lo que experimentamos es que nuestras relaciones con los demás están rodeadas y sometidas a los conflictos; la tercera es que creemos conocerlo todo y solo conocemos una parte de la realidad que nos rodea y en general sabemos pocas cosas de nosotros y de los demás y la cuarta es que no estamos solos en el mundo y que nuestros propósitos, valores y sueños siempre se encuentran en relación con los propósitos, valores y sueños de los demás.
En la Palabra que hoy comentamos Jesús nos invita a reconocer y a creer lo que significa su muerte y resurrección. Esto es, para usar las palabras de San Juan, el amor sin límites de Jesús, o “hasta el fin” o “hasta la muerte. “Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” (Juan 13:1) Creer que Él nos ama hasta esos extremos implica un tremendo cambio de mentalidad y corazón, cuando sentimos que alguien nos quiere de esta manera se nos abren las puertas del cielo para encontrar el sentido de nuestra vida y nos posibilita amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
A los seres humanos nos cuesta entender los caminos de Dios. Muchas veces la vida se presenta confusa, injusta, oscura…, no logramos apreciar su paso en nuestra historia. Con sencillez pidamos al Señor que aumente nuestra fe, para poder contemplar los signos de su presencia.
Pues tu amor Señor es mejor que la vida,
por eso mis labios te alaban,
así quiero bendecirte en mi vida,
levantar mis manos en tu nombre (Sal 63,4-5).