El día 22 de Abril de 2016, se publicaron en mi blog de BuenaNueva unos “subrayados” a los párrafos 1 al 73 de Amoris Laetitia. Gran inquietud y desconcierto están provocando en la actualidad las preguntas que cuatro cardenales -a los que se acaba de sumar Joseph Cordes- hacen al Papa Francisco para que aclare las indicaciones de la Nota a pie de página 351 del Numeral 305 de la Encíclica Amoris Laetitia.
El Numeral 305 comienza diciendo: «(…) un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones “irregulares”, como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas. Es el caso de los corazones cerrados, que suelen esconderse aún detrás de las enseñanzas de la Iglesia “para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas”.
Mientras que la Nota 351, en el Numeral 305 que está siendo objeto de un pedido de aclaración dice: En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso, « a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor»: Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 44: AAS 105 (2013), 1038. Igualmente destaco que la Eucaristía «no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles» (ibíd, 47: 1039).
Te recomiendo que escuches el audio de iVoox! Especial Amoris Laetitia 2016-04-13 (Cap. 7-9) http://www.ivoox.com/11145785
Desde el 30′ y ss se escuchan los comentarios hechos por los obispos de San Sebastián, Teruel y Bilbao a los capítulos 7 al 9 de AL. Con una particular atención dada al Capítulo ocho: El Santo Padre Francisco, no quiere dar por perdida a ningún alma, está dispuesto a ir hasta las puertas del infierno para rescatarlas… Y recordando a San Juan Pablo II, Monseñor Munilla dice: Si a la ley de la gradualidad, pero no a la gradualidad de la ley…
La Iglesia abre las puertas a las personas en situaciones de fragilidad aunque como afirma el & 297 de AL: “Obviamente, si alguien ostenta un pecado objetivo como si fuese parte del ideal cristiano, o quiere imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia, no puede pretender dar catequesis o predicar, y en ese sentido hay algo que lo separa de la comunidad (cf. Mt 18,17). Necesita volver a escuchar el anuncio del Evangelio y la invitación a la conversión.”
Los comentarios de prensa a raíz de la publicación de la Encíclica Amoris Laetitia, que dieron lugar a minimizar, o a sacar de contexto el contenido pastoral de la Encíclica, no acertaron al decir que se banaliza el divorcio, o que se admitían a la comunión sacramental las personas divorciadas… No.
Por otra parte, la doctrina de la Iglesia no ha cambiado, está serenamente expuesto en el CIC & 1650 si los divorciados se vuelven a casar civilmente… no pueden participar del sacramento de la comunión. Tal es el semáforo rojo.
Ahora, pastores ¿qué hacer con la oveja perdida, con las heridas, y las alejadas? A mi parecer, hay que leer pausadamente los numerales: 305 y siguientes para entrar en el Espíritu de la Encíclica. Sin pasar de largo por el contenido del Título y de los subtítulos del Capítulo VIII: ACOMPAÑAR, DISCERNIR E INTEGRAR LA FRAGILIDAD: 291-292; GRADUALIDAD EN LA PASTORAL: 293-295; DISCERNIMIENTO DE LAS SITUACIONES LLAMADAS “IRREGULARES”: 296-300; CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES EN EL DISCERNIMIENTO PASTORAL: 301-303; NORMAS Y DISCERNIMIENTO: 304-306; LA LÓGICA DE LA MISERICORDIA PASTORAL: 307-312.
Juan Ignacio Echegaray