En una mirada retrospectiva hacia el reciente siglo XX, si tuviéramos que seleccionar una figura singular en el campo de la Ciencia, a no dudar nuestra elección recaería sobre Albert Einstein.
Estudiado a fondo en sus aportaciones científicas, quizás es menos conocido por sus convicciones filosóficas o religiosas. Selecciono a continuación algunas de sus ideas al respecto, valiéndome de citas literales.
Se expresó así en una ocasión: “La profunda convicción del sentimiento que nos hace estar seguros de la existencia de una inteligencia superior que se manifiesta en el impenetrable Universo, constituye el contenido de mi concepto de Dios”.
Acerca del pretendido ateísmo de los grandes científicos, escribió: “Cuantos menos conocimientos posee el investigador, tanto más alejado se siente de Dios; pero cuanto mayor es su saber, tanto más se le acerca”.
Más conocida es su frase “La ciencia sin la religión está coja, y la religión sin la ciencia es ciega”, en la que afirmaba su convicción acerca de la unión estrecha que existe y debe existir entre ciencia y religión.
Tocándole vivir los convulsionados años de la Segunda Guerra Mundial, repetía que “la paz verdadera es el resultado de una moral; más aún: el fundamento de todos los valores humanos es precisamente la moral”.
Ante el terror desencadenado por la primera bomba atómica y la imprevisión de su manejo futuro, escribió: “La solución de este problema está en el corazón de los hombres”.
En estos momentos en que se recuerda el holocausto nazi, conviene recordar un texto suyo al respecto. Dice así: “Aun cuando las universidades alemanas no hicieran nada frente al poder nazi, por lo menos las iglesias lucharon por la libertad, tanto la Iglesia Católica como la protestante. Como judío quiero reconocerlo. Más aún, esa lucha no debe olvidarse nunca”.
Finalicemos con un texto entresacado del ensayo de Einstein sobre “Ciencia y Religión”, donde afirma que “aun cuando en sí mismos los campos de la ciencia y la religión están claramente delimitados entre sí, existen, si embargo, entre ellos fuertes relaciones y dependencias recíprocas. La ciencia sólo puede ser creada por quienes están profundamente imbuidos del anhelo de verdad y comprensión. La fuente de estos sentimientos proviene, sin embargo, de la esfera religiosa”.