<<Al otro día, el siguiente a la preparación de la pascua, los sumos sacerdotes y los fariseos fueron juntos a Pilato y le dijeron: «Señor, nos hemos acordado de que ese seductor dijo cuando aún vivía: A los tres días resucitaré. Manda asegurar el sepulcro hasta el día tercero, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan al pueblo: Ha resucitado de entre los muertos, y el último engaño sea peor que el primero». Pilato les dijo: «Tenéis guardias, id y aseguradlo como creáis». Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y montando la guardia>> (27, 62-65) Mt 27, 11-54
Así fue, al tercer día de haber sido sepultado, Jesús -el crucificado, muerto y sepultado- ha resucitado de la muerte, ha dejado el sepulcro y se ha aparecido a los discípulos desconsolados diciéndoles “no tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán” (Mt 28, 10).
A lo largo de las hermosas celebraciones del Triduo Pascual hemos ido contemplando, a luz de las Escrituras, cómo la pasión y muerte de Jesús habían sido ya profetizadas siglos antes en los cuatro cantos del Siervo de Yahvé de Isaías, en la persecución del inocente por parte de los impíos y en el libro de la Sabiduría; pero sobre todo, Jesús ha podido intuir su final a la luz del destino trágico y cruento de la mayor parte de los profetas.
Pero ¿y su resurrección? ¿también estaba ya profetizada? Pues sí, el mismo Jesús, por tres veces había comunicado a sus discípulos lo que le iba a ocurrir: “Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día” (Mt 16,21 + 17, 23 +20, 19). Y ha sido el evangelista Mateo quien pone en boca de los sacerdotes esta profecía: “Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que digan luego al pueblo: Resucitó de entre los muertos, y la impostura sea peor que la primera” (Mt 27,64). Más aún, a la luz de la Torá, Jesús, ha empleado en su predicación una figura que es salvada del seno de la muerte tras permanecer en ella tres días: “Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches así también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches” (Mt 12, 40). Mateo ve en Jonás, encerrado en el vientre del monstruo, la figura de la permanencia de Cristo en el sepulcro. Pero todavía hay un texto más explícito que ha sido leído, a la luz de la Tradición, como una profecía del tercer día, lo encontramos en Is 6,2: “Dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día nos hará resurgir y en su presencia viviremos”. Desde Tertuliano la tradición cristiana ha aplicado este texto a la resurrección de Cristo al tercer día. Pero nunca se cita en el NT, donde, a este respecto, se evoca, como hemos visto ya, la estancia de Jonás en el vientre del pez. Sin embargo, es posible que la mención de la resurrección al tercer día «según las Escrituras» del Kerygma primitivo y de los símbolos de la fe se refiera a Is 6,2 interpretado según las reglas exegéticas de la época. Lo que sí descubrimos con claridad en las palabras del Jesús Resucitado es que era “necesario que el Hijo de Hombre fuera entregado en manos de los pecadores y fuera crucificado, y al tercer día resucitar” (Lc 24,7). Más aún, al recriminar la dureza de mente y corazón de los discípulos desencantados de la Pascua (los de Emaús), les dirá: “Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día” (Lc 24, 46).
“Al tercer día”, hemos visto la respuesta de Dios Padre al misterio del sufrimiento, pasión y muerte de su Hijo: RESURRECCIÓN, VIDA ETERNA, VIDA INMORTAL, PLENITUD Y FELICIDAD SIN LÍMITES, JERUSALÉN CELESTE donde ya no hay ni tristeza ni muerte, donde todo es vida y alegría sin fin ¡ALELUYA!
<<Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús (Hch 13, 32-33). La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz: «Cristo ha resucitado de los muertos,
con su muerte ha vencido a la muerte.
Y a los muertos ha dado la vida» (Liturgia bizantina: Tropario del día de Pascua)>> [cf. Catecismo de la Iglesia Católica, Resucitó al tercer día, nº 638].
¡Feliz PASCUA DE RESURRECCIÓN!