La prostitución y la pornografía virtual, reducen las personas sometidas a ellas a objetos de placer, a mercancía. La prostitución sagrada, añade el agravante de hacerlas objeto de culto.
“Los cultos de la fertilidad, entre los que se encuentra la prostitución « sagrada » se daba en muchos templos. El eros se celebraba, como fuerza divina, como comunión con la divinidad.
“A esta forma de religión que, como una fuerte tentación, contrasta con la fe en el único Dios, el Antiguo Testamento se opuso con máxima firmeza, la combatió como perversión de la religiosidad… le declaró guerra a su desviación destructora, puesto que la falsa divinización del eros que se produce en esos casos lo priva de su dignidad divina y lo deshumaniza. En efecto, las prostitutas que en el templo debían proporcionar el arrobamiento de lo divino, no son tratadas como seres humanos y personas, sino que sirven sólo como instrumentos para suscitar la « locura divina »: en realidad, no son diosas, sino personas humanas de las que se abusa. Por eso, el eros ebrio e indisciplinado no es elevación, « éxtasis » hacia lo divino, sino caída, degradación del hombre.” Benedicto XVI, DCE & 4.
No fue una idea que se plasma en un rito, sino que eran personas a las que el demonio tenía engañadas. Él inspiró sus mitos, para con sus engaños, hacerse a sí mismo objeto de culto.
“El demonio a esta falsa virgen Diana cuando vivía en Éfeso, la llenaba de ilusiones diabólicas. Le enseñó algunas ceremonias, para que con estos ritos dieran culto al demonio. Cfr. MCD, & 440.
Movida por el celo de la santidad de Dios, la Virgen María se dirige a su Hijo:
“No puede sufrir mi corazón que se dé a una infeliz y abominable mujer el culto de la verdadera divinidad que Vos sólo como Dios merecéis. Pido, Hijo mío, que le castigues con la pena de rescatar de su tiranía estas almas y que salgan todas de su esclavitud a la libertad de la fe y de la luz verdadera. MCD, & 441-443.
Respondió su Hijo:
“Ordenad y mandad, como Señora y poderosa, todo lo que vuestro corazón desea.”
María santísima, con autoridad de Reina, mandó:
“… a todos los demonios que estaban en el templo de Diana que descendieran al profundo … Eran muchas legiones las que allí estaban engañando al mundo con supersticiones y profanando aquellas almas… mandó luego a uno de sus Santos Ángeles fuesen al templo de Diana para arruinarlo todo sin dejar en él piedra sobre piedra.” MCD, & 444.