Como desgarró el látigo romano el cuerpo de Cristo en la columna, así está marcada África por hondas heridas que de norte a sur, del este al oeste, cruzándose de aquí para allá, dejaron su rastro de sangre inocente por tierra, hasta marcar al rojo vivo las aguas de los mares. Hoy las rutas de la esclavitud [4] deberían ser Patrimonio de la Humanidad.
En 1807 el Parlamento británico votó la Ley para la Abolición del Comercio de Esclavos, los capitanes de buques de esclavos podían ser severamente penados por cada esclavo transportado. En 1820 el comercio de esclavos comenzó a castigarse en Estados Unidos con la pena de muerte. La ulterior ley abolicionista de 1833, liberó a todos los esclavos del Imperio Británico. En Francia la esclavitud fue prohibida en 1848. En Turquía la esclavitud se abolió en 1847. El Congreso de Viena (1815), llevó a Fernando VII a prohibir la trata en 1817, pero en España, la abolición efectiva no se produjo en la península hasta 1870, en 1873 (Puerto Rico) y en 1880 (Cuba).
En Europa, el comercio de esclavos fue combatido por la Beata María Teresa Ledóchowska (1863-1922).
NO, dijeron:
San Pedro Claver quien los llevó a Cristo, sin preferirlos a la señora blanca y perfumada; santa Marianita, la azucena de Quito, a quien tenemos retratada como catequista de niños quichuas, blancos y negros; el fundador de los misioneros Xaverianos, o los del padre Daniel Comboni. Charles M. Lavigerie (1825-1892), primer arzobispo de Argel.
Ellos removieron Roma con Santiago: diciendo NO en los Parlamentos, en las monarquías europeas, por cátedras y desde los púlpitos.
San Juan Pablo II en la Isla de Gorea (Senegal) declaró:
“La visita a la Casa de los Esclavos nos trae a la memoria esa trata de negros que Pío II (1405-1464), en una carta dirigida a un misionero que partía hacia Guinea, califica de «crimen enorme». Durante todo un período de la historia del continente africano, hombres, mujeres y niños fueron traídos aquí, arrancados de su tierra y separados de sus familias para ser vendidos como mercancía. Estos hombres y mujeres han sido víctimas de un vergonzoso comercio en el que han tomado parte personas bautizadas que no han vivido según su fe. ¿Cómo olvidar los enormes sufrimientos infligidos a la población deportada del continente africano, despreciando los derechos humanos más elementales? ¿Cómo olvidar las vidas humanas aniquiladas por la esclavitud? Hay que confesar con toda verdad y humildad este pecado del hombre contra el hombre.”[5]
El Cardenal Lavigerie sufría en carne propia los latigazos inferidos al cuerpo del hombre, de la mujer o del niño africano.
Hoy, 8 de febrero, la Iglesia Católica celebra la memoria de Santa Josefina Bakhit[6]. Desde la plaza San Pedro, el 10/2, el papa Francisco recitó la siguiente oración:
Santa Giuseppina Bakhita, cuando niña has sido vendida como esclava y has enfrentado dificultades y sufrimientos indecibles. Una vez liberada de la esclavitud física, encontraste la verdadera redención en el encuentro con Cristo y con su Iglesia.
Santa Giuseppina Bakhita, ayuda a todos aquellos que están atrapados en la esclavitud.
Intercede en su nombre, ante el Dios de la Misericordia, de modo que las cadenas de su encarcelamiento sean rotas.
Que el mismo Dios libere a todos aquellos que han sido amenazados, heridos o maltratados por la trata y el tráfico de seres humanos. Lleva consuelo a aquellos que sobreviven a esta esclavitud y enséñales a ver a Jesús como modelo de fe y de esperanza, para que sus heridas sean curadas.
Te suplicamos, reza e intercede por todos nosotros: para que no caigamos en la indiferencia, para que nuestros ojos se abran y podamos mirar las miserias y las heridas de tantos hermanos y hermanas privadas de su dignidad y de su libertad y escuchar sus gritos de auxilio. Amen.
Santa Giuseppina Bakhita, ruega por nosotros.
Desde el corazón del continente negro, apresados y vendidos de mano en mano, eran arrancados, y llevados en columnas de prisioneros por todas las rutas del ébano humano, hasta llenar cubiertas y bodegas en barcos de negreros ingleses, holandeses, portugueses, franceses, españoles, para ser desembarcados enfermos y medio muertos en los mercados de las Américas, de Santo Domingo, de Cartagena de Indias, del Callao, de las costas brasileñas. Allí, mirándoles músculos y dientes, venían vendidos por enésima vez o descartados, como ganado.
[4] Título de un movimiento músico cultural, iniciado por Jordi Savall. Wikipedia: Comercio de esclavos africanos.
[5] Discurso a la comunidad católica de la isla de Gorée, n. 3, 22 de febrero de 1992.
[6] Angelus, 10 febrero 2019. http://w2.vatican.va/content/francesco/it/angelus/2019/documents/papa-francesco_angelus_20190210.html