Escribo esta breve nota con admiración y agradecimiento a Dios por la cercana celebración de los 150 años de la Fundación en Argel de los Misioneros y Misioneras de África, los Padres Blancos. (1868-2018).
La epopeya africana más notable en el siglo XIX fue la abolición de la esclavitud. A ello contribuyeron el Cardenal Lavigerie (+1892); san Daniel Comboni (+1881: canonizado por san Juan Pablo II el 5 oct 2003); así como el fundador de los Padres Javerianos, san Guido María Conforti (+ 1931: canonizado por Benedicto XVI el 23 oct 2011).
Si los santos ya tienen su premio, África tiene muchos. Por su historia, merece la medalla olímpica a la libertad, en el siglo XX ha visto acceder a la Independencia a casi todos sus países, incluída África del Sur, que fue la más difícil. Esto habría sido imposible sin el concierto de todas las naciones libres, que acompañaron y defendieron el cambio del estatuto colonial al de autogestión, con todas las pruebas y problemas que eso supuso.
¿Tendrá otra espectacular presentación en público en el siglo XXI? Tal vez lo haga por el triunfo sobre las tendencias de muerte. Me refiero a su exponente más notorio y valiente, el Cardenal Sarah, quien – siguiendo las enseñanzas de san Juan Pablo II en su Encíclica Evangelium Vitae –, lleva varias décadas defendiendo la Vida, junto con sus hermanos de las Conferencias episcopales africanas.
Visto el crecimiento constante de su población natural, y el de su población católica, África posee un gran empuje demográfico, tiene recursos humanos de una alta cualificación, recursos naturales únicos, una enorme dosis de sufrimientos acumulados durante siglos que hacen de este continente el mejor preparado para recoger el testigo de los DDHH.
Los Padres Blancos evangelizaban, desarrollando una especial metodología de catequesis, que era un Catecumenado pre-bautismal, descubierto por Lavigerie cuando enseñaba Historia de la Iglesia en París y luego aplicado como praxis pastoral en todas sus misiones africanas.
La prueba de una adhesión a Jesucristo tenaz y agraciada – cuyos primogénitos fueron los Mártires de Uganda -, no dejará de sorprendernos por sus frutos de humanidad y de santidad.
“La sangre de los mártires, simiente de cristianos.”
De los 750 millones de habitantes africanos, 123 millones son católicos, cifra que supone un crecimiento espectacular, si se compara con el millón que eran a comienzos de este siglo o los 24 millones de 1960. Desde ese mismo año hasta el 2.000 los cardenales han pasado de 1 a 14, los obispos nativos de 40 a 405, los sacerdotes de 2.000 a 15.535. Los seminaristas mayores son casi 17.000 y, los catequistas 343.000.
Se ha traducido la Biblia a múltiples lenguas locales. La traducción del Quijote en kiswahili – idioma hablado en la casi totalidad del África francófona y anglófona -, es un exponente de la adhesión de África a la cultura universal.
Se han formado miles de líderes, se han abierto Universidades, escuelas, hospitales, centros de formación profesional y agrícola; se han organizado estructuras parroquiales, diocesanas e internacionales. (Catolic.net: Entada 28.04.2017).
Reportajes:
Juan Ignacio Echegaray